Cameron propone a los británicos una reforma social total
Los 'tories' abrazan la agenda centrista de su candidato a primer ministro
David Cameron, líder del Partido Conservador y favorito para convertirse en el próximo primer ministro británico, se erigió ayer en adalid del cambio político en el Reino Unido y situó la reforma social en el centro de su agenda. "La tarea central que me he impuesto a mí mismo y al partido es ser tan radical en lo social como Margaret Thatcher lo fue en la reforma económica. Así es como planeamos reparar nuestra sociedad rota", dijo.
"Quiero un cambio tan radical como el que hizo Margaret Thatcher", aseguró
"Para afrontar esta crisis lo que hace falta es carácter y buen juicio"
El líder tory se dirigió a sus bases reunidas en el congreso de otoño en Birmingham con la sobriedad propia de estos días de crisis económica y ahogando cualquier amago de triunfalismo. Si el año pasado interpretó con gran éxito el papel de improvisador, recitando de memoria su discurso sin papeles, ayer se vistió con aires de primer ministro. Pero su interpretación no fue esta vez tan afortunada y a veces parecía más un conferenciante que un aspirante a gobernar el país.
Probablemente su sobriedad fue deliberada. Los tories quieren huir de cualquier triunfalismo porque las encuestas parecen empezar a cambiar de rumbo y porque el país está especialmente afectado por la crisis financiera internacional y no es momento de descorchar champán. Con su trascendental sobriedad quiso también demostrar que "para afrontar las dificultades de esta crisis lo que hace falta no es experiencia, sino carácter y buen juicio", devolviendo así la patada que le lanzó Gordon Brown la semana pasada al proclamar que "no es momento para novatos".
Aburrido o no, lo que sí consiguió el líder conservador es mostrar su autoridad en el partido. En la sala de conciertos de Birmingham, el equipo del gobierno en la sombra arropó al líder-director de orquesta sentándose en las dos primeras filas del estrado normalmente ocupado por la orquesta. Detrás, una serie de militantes cuidadosamente elegidos para que en las pantallas de televisión quedara plasmado el nuevo aire de los conservadores, con más mujeres, más jóvenes y más minorías étnicas que nunca.
Era una manera gráfica de representar ese sometimiento del conjunto del partido a la agenda centrista de David Cameron, que apeló a sus valores conservadores al afirmar que para él lo más importante es "la responsabilidad", lo mismo personal o profesional que civil y corporativa. Con los sondeos a favor y los laboristas a la greña, las barreras ideológicas se deshacen y los partidarios de la privatización de todo aplauden ahora los constantes cánticos del líder conservador al Servicio Nacional de Salud (NHS en sus siglas en inglés). "Ahora somos el partido del NHS y bajo mi liderazgo así es como seguirá siendo", advirtió.
Pero hubo más retórica que sustancia y Cameron se refugió más en la demagogia y la casuística para buscar el aplauso fácil de la platea que en los datos para atacar la gestión sanitaria de los laboristas. Apenas ofreció soluciones concretas a los problemas de la sanidad pública y tampoco sustanció en qué consistirá su revolución social más allá de dar la sensación de que en realidad se inspira directamente en el célebre "duros con el crimen y duros con las pausas del crimen" enarbolado en su día por Tony Blair.
Cameron habló mucho de la situación económica pero fue muy discreto al abordar la responsabilidad del sistema librecambista en la crisis financiera. "Nunca he creído en que sólo tenga que haber laissez faire. Creo que el Gobierno debe tener un papel activo en ayudar a los negocios y a la industria", dijo.
Aunque repitió su compromiso de la víspera de colaborar con el Gobierno para ayudar al país a superar la crisis financiera, echó la culpa de los actuales problemas a los laboristas y en concreto al primer ministro. En su opinión, Brown cometió dos grandes errores cuando estaba al frente del Tesoro que van incluso "más allá de esta crisis". El primero, fue despojar al Banco de Inglaterra de sus poderes para regular el mercado financiero cuando en 1997 le dio el poder de fijar tipos de interés de manera independiente. Y el segundo fue el exceso de endeudamiento público.
Sus largas referencias a la economía le hicieron a veces parecer más el canciller del Exchequer en la sombra que el líder de la oposición. Modificó su anterior idea de igualar los niveles de inversión pública de los laboristas y se mostró partidario de reducir el gasto público corriente y bajar los impuestos cuando sea posible. Y expresó el deseo de recortar en tres puntos el impuesto de sociedades.
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