El Coreográfico amplía horizontes

Tras dos años de trayectoria, el Centro Coreográfico Galego (CCG) afronta la nueva temporada con una apuesta clara por ampliar el abanico de sus actividades, con especial incidencia en la formación y difusión de la danza contemporánea. Ya no sólo está su producción anual, la tercera que correrá en esta ocasión a cargo del catalán Cisco Aznar, quien bajo el título de Giseliña ideó una adaptación libre de Giselle. La institución, dependiente de la Consellería de Cultura, también promociona, con dinero, espacios y asesoramiento artístico en un programa denominado Artistas en residencia, proyectos nuevos, "arriesgados" por adentrarse en lenguajes atípicos del movimiento y la música. Y reivindica la difusión, a la búsqueda de nuevos públicos, de la danza al llevarla a lugares y escenarios ajenos hasta ahora a este arte.

Se trata de aprovechar los montajes sobre la danza para fomentar, con programas específicos acoplados a cada uno de estos espectáculos que recorrerán escenarios dentro y fuera de Galicia, la "formación, difusión y apertura a nuevos públicos", explicó la conselleira de Cultura, Ánxela Bugallo, en la presentación, ayer, de la nueva temporada del Centro Coreográfico. Su coordinadora, Natalia Balseiro, reseñó la organización de programas pedagógicos en centros de enseñanza, de momento sólo en el área metropolitana de A Coruña, y la creación de dos líneas editoriales sobre el proceso coreográfico y creativo de la danza.

A Coruña volverá a ser el escenario, en el Teatro Rosalía de Castro, del estreno de Giseliña, el 7 de marzo. Cisco Aznar, un catalán afincado en Suiza que se inició en taller de Maurice Béjart, afirma que no pretende "una nueva versión de Giselle, sino recrear un nuevo mundo surgido del pasado, entroncar el romanticismo con el racionalismo del siglo XVII". Esta producción, con una gira de cinco meses, será la primera de Aznar en España y estará protagonizada por 13 bailarines (cinco gallegos).

La compañía Entremans presentará en Arteixo, en enero, Concerto Desconcerto, una pieza que busca "poner sonido al movimiento". Y en junio, con un estreno en el Salón Teatro de Santiago, llegará el primer montaje de Quique Peón, Ovay, con vocación de reivindicar la figura del bailarín, a menudo diluido "en la sombra de un grupo".