El Getafe, con el santo de cara
Casquero resuelve en San Mamés ante un Athletic que tropezó consigo mismo
El muro de las lamentaciones no suele ser un buen lugar psicológico para el fútbol. El Athletic salió turbado de San Mamés, agarrado a la mala suerte del postrero gol de Casquero y a la multitud de ocasiones fallidas. Y a la actuación arbitral, y al empedrado, llegado el caso. Pero la realidad es que al Athletic le falta gol, juegue como juegue: con el músculo de Gurpegui y Javi Martínez (ayer en el banquillo) o el cerebro de Orbaiz y Yeste (ayer en el equipo). Al Getafe le bastó la sutileza de Casquero para endosar una vaselina a Iraizoz y, sobre todo, las bienaventuranzas de Jacobo, un portero con el que conviene jugar a la lotería: por tres veces se encontró el balón sin buscarlo (se topó con él o le dio inesperadamente) y por ocho le perdonaron la vida los delanteros rojiblancos, chicos (Llorente, Ion Vélez, Del Olmo...) con desmarque, con alguna habilidad, pero poquito gol en los pies, lo que trajo de cabeza al Athletic. Jacobo decidió que no salía a por ningún balón, que le rematasen si querían, de cerca o de lejos, con rosca o directo, que ya le iluminaría el cielo para guardar la viña.
ATHLETIC 0 - GETAFE 1
Athletic: Iraizoz; Iraola, Aitor Ocio, Amorebieta, Balenziaga; David López, Orbaiz, Yeste (Javi Martínez, m. 71), Gabilondo (Del Olmo, m. 58); Ion Vélez (Íñigo Vélez, m. 83) y Llorente. No utilizados: Armando, Ustaritz, Susaeta y Gurpegui.
Getafe: Jacobo; Cortés, Ibrahim Kas (Belenguer, m. 76), Mario, Licht; Manu, Celestini (Polanski, m. 68), Casquero, Gavilán (Guerrón, m. 52); Albín y Soldado. No utilizados: Gonzalo, Cotelo, Sousa y Uche.
Gol: 0-1. M. 87. Casquero bate a Iraizoz con una vaselina en una de las pocas ocasiones del Getafe.
Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Iraola, Amorebieta, David López, Litch, Ibrahim Kas y Soldado.
Unos 38.000 espectadores en San Mamés.
La realidad es que al cuadro vasco le falta gol, juegue con músculo o con cerebro
El madrileño, ajeno a las dudas, se limitó a aprovecharse de las circunstancias
El Athletic había decidido en esta ocasión optar por el fútbol no sólo por la presencia de Orbaiz y Yeste (despedido con ovaciones), sino por su juego exterior, principalmente por la derecha, donde Iraola volvió a ser quien era y David López empezó a ser quien fue. El surtidor parecía inagotable: Orbaiz abriendo aquí y allí, Iraola doblando a David López y escapando de Licht con esa manera de enseñar el balón que tiene el futbolista guipuzcoano. Todo nacía bien, pero todo moría mal. Las ocasiones llegaban de todas las maneras, y eso sin contar algunos malos centros a placer y algunos lamentables saques de esquina que con un portero que vivía bajo el larguero eran una constante invitación al gol.
Semejante tormenta de ocasiones parecía un imprevisto en San Mamés. Y la tormenta se convirtió en la pesadilla de Ion Vélez, un delantero que todo lo empieza bien, pero que ayer todo lo acabó mal. Tras el tanteo inicial, entre el minuto 22 y el 43, el Athletic malgastó cinco ocasiones de gol. A Jacobo le dio en la mano un libre directo de Yeste, a Ion Vélez se le escurrió entre las piernas un centro fantástico de Iraola, que dos minutos después cabeceo un saque de esquina topándose de nuevo con Jacobo, ya más bíblico que futbolista. Y un minuto más tarde Llorente, que ni roza el balón en la linea de gol, e Ion Vélez, después, que vuelve a enredarse. Y Vélez, de nuevo, en la segunda parte, y Del Olmo, más de lo mismo.
El partido resultaba desesperante para un Athletic muy fiable en la construcción del fútbol, pero poco apañado en el acabado de la obra. A cambio, a la defensa se le advertían algunos despistes, algún desorden, a poco que el Getafe saliera con intencionalidad de la cueva (lo que hizo muy pocas veces), llegando incluso a hacer temblar en algunas ocasiones a Iraizoz.
Se dice en el fútbol que gol perdonado, gol encajado. No tanto, porque entonces el Athletic debió encajar una goleada, la misma que le perdonó a un equipo con una defensa débil y lenta, aunque bien armado en el centro del campo, con futbolistas de experiencia (Granero, Casquero y Celestini son los líderes). Un Getafe ordenadito con el balón, pero con un agujero monumental en su banda izquierda que explotaban a placer dos futbolistas con el santo de cara: Iraola y David López. Víctor Muñoz ni se preocupó en corregirlo. A los 20 minutos debió de pensar que no tenía nada mejor que ofrecer desde su banquillo o que bastaba con confiar en Jacobo para que obrase el milagro de no perder, incluso de ganar visto lo juguetón que estaba el partido.
Hasta el minuto 60 no dio señales importantes de vida en el área rojiblanca -más allá de tiritos lejanos-, cuando Iraizoz le aguantó a Soldado en el área, aunque al delantero madrileño le agarró de forma notoria Amorebieta frenando su progresión. Ni fue gol ni fue penalti, como tampoco lo fue otro agarrón de Ibrahim a Llorente en la primera mitad. O una mano de Manu en su área tras una chilena de Iraola. El árbitro no estaba para asuntos tan prosaicos en el fútbol...
Y llegó Casquero, con la defensa del Athletic ya muy cascada físicamente, y marcó a su manera. El Athletic había tropezado con el peor enemigo posible, uno mismo. En el fútbol no basta con tener muchas ocasiones; si no aprovechas ninguna es como si no las tienes. El debate es si el Athletic tiene los suficientes futbolistas con gol para que la historia no se repita. El debate que no existe es el que quiere enfrentar el músculo y la cabeza. Un debate absurdo que impediría de raíz utilizar ambas características en esa rancia polémica de incompatibilidades entre lo uno y lo otro. El Getafe, ajeno a esas dudas y pérdidas de tiempo, simplemente se aprovechó de la circunstancia con la sutileza de quien se sabe con el santo de cara. Antes de ganar ya sabía que no iba a perder: se lo dijo Ion Vélez.
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