Hablar por hablar
Ahora se está produciendo en España un interesante debate sobre la historia de la Guerra Civil, y de esa historia hablamos, sobre todo, los periodistas. Cuando se produce un debate aeronáutico también hablamos de ello los periodistas. Los periodistas hablamos de todo. Sin cesar.
¿Es que sabemos de todo? No; se dice, y con razón, que el periodista es capaz de hablar de todo sin saber de nada, que ése es (casi) su oficio. Cuando empezó esta crisis que ya agarra por las agallas hasta al propio sanedrín del régimen capitalista (es decir, del Régimen), fue tal la avalancha (periodística) que le indicaba a Zapatero qué había que hacer que a alguien se le ocurrió que en lugar de reunirse con los economistas el presidente debía reunirse con los tertulianos para resolver el drama (económico, es decir, El Drama) que se le venía encima a la nación.
Pero, en fin, sabemos de todo, y lo decimos en todas partes: en la prensa, en la radio, en la televisión. Es legendaria esa frase de Iñaki Gabilondo en la radio, en medio de una tertulia, cuando un participante declaró que no sabía nada de aquello de lo que se estaba tratando: "Señores, paremos un momento, éste es un hecho histórico: un contertulio, en el uso del micrófono, declara que no sabe nada de algo".
Así que cuando se debate de historia hablamos los periodistas y cuando se habla de economía hablamos los periodistas, e incluso cuando se trata de un accidente somos los periodistas los que sustituimos a los ingenieros o a los pilotos.
El director de la mítica, y todavía cercana, revista Triunfo sugería ayer en Cartas al director de EL PAÍS que ahora que se habla tanto de Lorca quizá sería bueno que TVE desempolvara la serie que Juan Antonio Bardem hizo sobre el poeta asesinado. José Ángel Ezcurra da en el clavo, quizá: en lugar de tener tantos debates en los que no sabemos tanto decimos lo que sabemos a los que quisieran saber más, recurramos a la narrativa. Sobre el 2 de mayo, por ejemplo, hay ahora circulando (en Telemadrid, en otras cadenas autonómicas) una serie de ficción-no ficción que ofrece más luz sobre el episodio que muchas de las diatribas periodísticas e incluso que los discursos (neopatrióticos) de la dueña de esa autonómica, que es a la sazón Esperanza Aguirre.
Y TVE narra a distintas horas (Amar en tiempos revueltos, Cuéntame) episodios de la historia más reciente que resultan más nutritivos (narrativamente) que muchos de los altavoces que a veces se ponen en la mano los tertulianos para no dejar que el otro diga lo que tampoco sabe.
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