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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Julieta, sola y bien acompañada

¿Quién dijo miedo? La niña Julieta, antaño esa chica vergonzosa y de mirada huidiza que tanto explotaba su languidez como imagen de marca, aparece ahora con aire resuelto, peinado a lo Cleopatra y un espacio inmenso para ella sola en el centro del escenario. Ni siquiera conserva el pie del micrófono, por aquello de tener algo entre las manos. La de Tijuana anda ya por los 38 años y se le notan las horas de vuelo. Sólo así, con un mínimo de bagaje a las espaldas, puede uno permitirse una banda acústica de 14 integrantes: cuarteto de cuerda, sección de viento y metales, banjo, cuatro, serrucho... Es lo que tiene el venir de grabar un desenchufado para la MTV.

Salvando todas las distancias, Julieta y sus muchachos pretenden sonar como los Beatles en la noche del All you need is love, pero con un tenue aderezo folclórico. A fin de cuentas, la autora de Limón y sal invierte sus mejores energías en hablar sobre el sexo opuesto, ya sea en versión qué-bueno-que-viniste (Andar conmigo) o en la mucho más celebrada te-vas-a-enterar-de-quién-soy-yo (Me voy, De qué me sirve). Y no, sus letras jamás pasarían por sesudas, pero alguna, como la de Canciones de amor, funciona razonablemente bien.

JULIETA VENEGAS

Julieta Venegas (voz, guitarra, acordeón, teclados) y banda El Presente, con un total de 14 músicos. Palacio Municipal de Congresos. Madrid, 24 de septiembre. Tres cuartos de entrada.

A Venegas ya sólo le falta disipar esos últimos vestigios de timidez

De acuerdo, Venegas encaja desde el primer minuto en los parámetros del pop de fácil ingesta. Cumple con todos los requisitos: estribillos memorizables, mucho "uo uoooo" y "ay ayayayay", segundas voces a discreción e inflexiones latinas siempre muy sutiles, no vaya a asustársenos nadie con un tango o una ranchera. Parece sencillo y no debe de serlo tanto, a juzgar por toda la gente que lo intenta y embarranca en la más desoladora nadería. El mejor ejemplo de su habilidad lo constituye Lento, paradigma de la canción redonda que sigue sonando espléndida en su nueva lectura, más sosegada aún que la incluida para abrir el álbum Sí.

A Venegas ya sólo le falta disipar esos últimos vestigios de timidez que todavía le entorpecen una conexión más fluida con la platea. Eso, o añadir en su particular marmita unas pocas gotas más de genio, de esa muchacha temperamental que asoma por Mira la vida o se alía en Eres para mí con Vanexxa, ejemplo de chulería cabaretera, cheli y hip-hopera. Porque a veces se la ve tan buenecita a la mexicana que termina pareciendo monocorde.

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De hecho, el público no se despepitó hasta El presente y su chisporroteante acordeón, antepenúltimo tema del repertorio, y eso que entre la afición madrileña y la mexicana era evidente que Julieta jugaba en casa. Todo lo demás encajó con los parámetros predecibles, desde escoger Me voy para la despedida hasta ventilar en hora y media el espectáculo. En una función apta para todos los públicos, tampoco sería bueno que se nos cansaran los niños.

La cantante Julieta Venegas, durante su concierto del pasado miércoles en el Palacio Municipal de Congresos.
La cantante Julieta Venegas, durante su concierto del pasado miércoles en el Palacio Municipal de Congresos.EFE

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