"Tengo miedo y estoy feliz por salir en televisión"

El restaurante es muy fino y los camareros atentos en extremo, pero probablemente se trate del peor sitio del mundo para hacer sentir cómodo a Víctor Charles, preso desde hace ocho años. Míchel, el funcionario de prisiones que le acompaña, mira la carta preocupado. Aquello no cuadra con el presupuesto de que dispone para pagar su parte del menú. ¿Qué quieres comer, Víctor? "Me da igual", dice encogiendo los hombros.

El encuentro tiene lugar tras la presentación de la segunda edición de El coro de la cárcel, un reality muy particular. En julio de 2006, los espectadores de TVE-1 fueron testigo del nacimiento de un coro compuesto por presos del penal de El Dueso (Cantabria). De sus ganas. De sus gallos. De sus vidas. No logró un delirio de audiencia (1.700.000 espectadores), pero obtuvo un gran reconocimiento. Incluso fue nominado al Emmy a mejor entretenimiento sin guión. Quince países han adquirido el formato, que ya se ha emitido en Noruega e Italia.

El presidiario participa en la nueva edición de 'El coro de la cárcel'

Esta noche se estrena la segunda edición (TVE-1, 00.30), que protagonizan Víctor y otros 14 internos del penal de Mansillas de las mulas (León). El régimen penitenciario de Víctor le permite salir del centro bajo supervisión, por eso está hoy aquí. Míchel no disimula la emoción. "Esto para nosotros es increíble". Víctor no dice ni que sí ni que no. Nigeriano de 28 años y carismático, empieza a narrar su historia más preocupado por cómo atacar dignamente el entrante de pastel de merluza, que se deshace. "Soy el segundo de nueve hermanos de una familia ni rica, ni pobre. Envidiaba el estilo de vida de Europa y me fui a Inglaterra con mi tío", explica. Luego recaló en Madrid, donde alguien le ofreció ganar dinero rápido. Al cabo de un año, cuando sólo tenía 20, fue condenado a 11 años por tráfico de drogas. Aún debe cumplir tres.

Hace 10 meses, Víctor supo que su centro había sido elegido para rodar El coro de la cárcel II. "El marroquí con el que compartía mi petite suite veía el programa, pero a mí no me gustaba. No me parecía bien que todo el mundo se entere de que estás en la cárcel. Ahora pienso diferente. Hay que superarlo sin avergonzarse. Y me gusta cantar. Gané un concurso de karaoke", explica Víctor. Admira a Bob Marley y a Tupac Shakur. Ve Factor X' y estuvo "enganchadísimo" a Hijos de Babel. "OT no me gusta, están como apijotaos", dice, dejándose la mitad del pulpo en el plato. Tampoco se termina la carne. "Ya sabes", concede, "cuando alguien está contento no come".

Durante tres meses, Víctor rodó el programa que ahora se estrena. "¡Bua! Ha sido fabuloso. He aprendido mucho. El profesor me ha transmitido confianza en mí mismo. Estoy nervioso con el estreno. Tengo miedo, dudas, estoy feliz.... A veces pienso que me va a perjudicar y luego que voy a triunfar. Tengo ansia". Llega la hora del postre. "Yo fruta", pide Víctor. Hombre, aprovecha y pide algo rico, le dicen. "Es que me cuido". Puedes hacer una excepción. "Vale. Pues las delicias de chocolate". "¿Cómo se van a quedar estos cuando les cuentes todo, eh?", interviene Míchel probando su helado de nata. Y Víctor, al fin, suelta una carcajada. "Perdona si he estado raro. Este no es mi mundo y tengo que disimular. 'Señor, ¿le sirvo más agua?", dice imitando al camarero. "Ja, ja, ja. ¡No se lo van a creer!".