Hurtos y trapicheos de droga
En medio de un gran revuelo, los vecinos de Betanzos, donde residían las dos víctimas y los dos sospechosos de su crimen, no salían ayer de su asombro. Aunque nacida en Asturias, Adriana Amenedo, la joven detenida, es bastante conocida en la localidad coruñesa. Su padre es natural de la zona y su familia vivió algún tiempo en el mismo piso de la calle Pintor Seijo Rubio que en los últimos meses ocuparon la joven y su compañero con un bebé de poco más de seis meses.
"Los dos eran morenos y menudos, con pinta de yonkis", según la camarera de un bar próximo, al que acudían habitualmente a comprar tabaco. "Él era maleducado y venía mucho también a llamar por teléfono. Buscaba el número en su móvil, pero luego utilizaba el fijo del bar y hablaba en voz baja".
Dos vecinas del mismo inmueble donde residían coinciden en que pasaban "prácticamente desapercibidos", aunque por su aspecto descuidado aventuran que consumían drogas habitualmente. Una hostelera, conocida de la familia, cuenta que la joven "era un belleza que se enredó con quien no debía". La joven tenía otro hijo de una relación anterior a cargo de sus padres y pasó algún tiempo en la Costa da Morte con su actual compañero, natural de Carnota. Días atrás ya había sido detenida por un hurto en una gasolinera, descubierto gracias a las cámaras de seguridad de la estación de servicio. Prado Ribeiro coqueteó con el delito desde muy joven. Aún adolescente, fue expulsado del instituto de Santiago donde estudió bachillerato por trapichear con drogas.
Las dos víctimas apenas eran conocidas en Betanzos, aunque residiesen en la localidad. Ambos trabajaban y tenían más arraigo en Sada, a unos 10 kilómetros. La familia del asesinado regentó allí durante años un bar llamado Pachá. José Manuel Gómez había dicho a su padre hace poco que quería irse unos días de viaje en la furgoneta con su novia.
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