EN EL BALNEARIO
Por si alguien todavía no lo sabe, actualmente me gano la vida haciendo el idiota en la televisión rodeado de mis compinches. Nos ponemos pelucas, nos disfrazamos, en muchos casos nos travestimos y hacemos monerías que grabamos, editamos y casi siempre terminan emitiendo. Es un trabajo agotador.
Por cierto, con frecuencia pienso en el día en que tenga que explicarles tanto disparate a mis hijos. Supongo que echaré mano de frases como: ¡No saquéis conclusiones precipitadas! ¡Eran otras circunstancias! ¡En el momento no daba tanta vergüenza! O ¡Me pagaban por ello!
El caso es que para desconectar de toda esa vorágine me fui hace unos días a un balneario situado en la sierra de Alcaraz, provincia de Albacete. ¡Me encantan los balnearios! Ese aire decimonónico, las aguas termales, el poder ir todo el día en albornoz sueltecico y sobre todo los chorros. ¡Qué gustico los chorros!
Precisamente estaba sumergido en la piscina de hidromasaje dándome con los chorros en la zona lumbar y un poco en las patejas, cuando un varón de mediana edad se situó a mi derecha. Normalmente, cuando uno se está relajando no se fija en la gente, bueno tampoco ayuda en mi caso el ir sin gafas, pero algo me llamó la atención de aquel sujeto. Empecé a enfocar, a enfocar y a acercarme bastante, la verdad, y... ¡que me aspen! Era Ramón García. Si a mí me quedaba bien el gorro, a él le quedaba espectacular.
-Perdona, eres Ramón García, ¿verdad?
-Sí, ¿y tú Luis Piedrahíta?
-No, yo soy Joaquín Reyes.
-Bueno, pero eres cómico, ¿verdad?
-Sí, voy llevando la alegría allá donde voy.
-Y con la sonrisa de un niño te sientes pagado, ¿a que sí?
-¡Dios mío, parece que leas mi mente!
-Claro, yo es que empecé trabajando con los mejores cómicos de este país en el programa No te rías que es peor y sé bien cómo sois.
-Me acuerdo, me acuerdo... ¡Qué programón! Y después vinieron el Qué apostamos y el Grand Prix. ¡Madre mía, Ramón García!
-Sí, he tenido mucha suerte... Fíjate, estuve 10 años presentando el Grand Prix y no me cansé. ¿Sabes por qué?
-¿Porque sólo trabajabas de verano en verano?
-No, porque siempre era distinto.
-Siempre era distinto, pero con las mismas pruebas.
-Bueno, lo que quiero decir es que el Grand Prix era como la propia vida. La gente tenía que ir superando pruebas para, al final, conseguir su objetivo, que al fin y al cabo eso es la vida o lo que debería ser al menos.
-Sí, y así creo que lo entendía la gente.
-Yo es que me he tirado mucho tiempo haciendo una cosa pero con ilusión, como lo de las campanadas, por ejemplo. Llevo 11 años y el año que viene ahí estaré, dando la bienvenida al año nuevo.
-Me parece que el año pasado, ya no las diste tú.
-La verdad es que lo de estar en la Puerta del Sol todas las noches viejas empezaba a ser muy cansino. Y ahora, si me perdonas, Piedrahíta, me voy a los baños turcos. Ha sido un placer.
-Antes de irte me puedes dar un consejo.
-Atiende, de salir en la televisión nadie se quema; se quema el que no sale.
Y después cogió su capa y desapareció.
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