Infierno italiano e invierno ruso

"Así, así...", calificaba ayer la web de la Gazzetta dello Sport al Grupo H. Pedja Mijatovic, director deportivo del Madrid, miró para otro lado cuando vio salir del segundo bombo el nombre de la Juve. Sí, es el equipo al que marcó el gol decisivo para la conquista de la séptima Copa de Europa hace una década en Ámsterdam, pero allí se acaban los buenos recuerdos. La última vez que los blancos se enfrentaron al conjunto piamontés, en la temporada 2002-03, cayeron en las semifinales. Curiosamente, los que con sus goles hicieron posible aquella remontada (Trezeguet, Del Piero y Nedved) siguen en activo. Es más, el italiano y el checo -el francés sí pidió marcharse- no quisieron abandonar al equipo cuando en 2006 bajó al infierno de Segunda tras el escándalo de la compra de árbitros y partidos orquestada por Luciano Moggi.

Mientras Nedved sufre algún que otro problemilla físico, Trezeguet y Del Piero -pichichi la temporada pasada a sus 34 años- están viviendo una especie de segunda juventud. Siguen siendo la columna de un equipo que ha centrado su objetivo europeo a la vuelta a Primera después de un año de purgatorio. Después del caso Moggi, el club ha limpiado su imagen con una directiva joven y entregado las riendas del equipo a un viejo conocido de la Liga española, Claudio Ranieri, que ha construido una plantilla en la que mezcla veteranos con promesas como Chiellini y Giovinco. "La veteranía de la Juve nos preocupa, pero más complicado es el Zenit por su velocidad", destacaban ayer en el cuerpo técnico del Madrid. El cuadro ruso, campeón de la última Copa de la UEFA, deslumbró a media Europa por su juego rápido y de conjunto dirigido por el holandés Dick Advocaat y financiado por la compañía Gazprom. Sus estrellas, Zirionov, Arshavin y Pogrebnyak, que le llevaron al triunfo, también brillaron con la camiseta rusa en la Eurocopa. Tanto que ayer, durante el sorteo en Montecarlo, alguien sugirió a Ramón Calderón que fichara a Arshavin para evitar complicaciones.

El Bate sigue celebrando su pase a la fase de grupo. Su técnico, Viktor Goncharenko, dice que los suyos no están preparados para competir con los grandes.