Salvando manhattan
Existen agencias de viaje europeas en las que se puede contratar a buen precio un paquete combinado de vacaciones en Nueva York con un programa parecido al que transcribo. Día 1: llegada al aeropuerto de JFK; desde allí, un minibús conduce directamente a los viajeros a unos outlets a las afueras de la ciudad donde encontrarán todo lo que se les antoje en ropa de marca y electrónica; regreso a Manhattan de noche, cena y alojamiento en céntrico hotel. Día 2: el minibús recoge a los viajeros y los traslada a malls y department stores previamente acordados, desde los clásicos Filene's Basement o Century 21 (muy conveniente por su situación frente a Ground Zero) hasta los emporios de gadgets de última generación; cena y alojamiento. Día 3: mañana y almuerzo libre; por la tarde, traslado al aeropuerto y vuelo de regreso; melatonina para el jetlag potestativa.
Los neoyorquinos también acusan la crisis de la que todo el mundo habla en EE UU, pero menos. Y es que los europeos, que compran el dólar a 63 céntimos, están acudiendo en ayuda de las finanzas de la Gotham de Washington Irving (y Batman) con un entusiasmo que pocos recuerdan en un país convertido en el mayor deudor de la historia. En cuanto un europeo entra en una tienda, los associates -eufemismo para "dependiente"- saben que ha llegado un salvador gimme two ("póngame dos"). La confianza consumista ha caído exponencialmente en la Gran Manzana, pero la ciudad recibe cada día una inyección de optimismo generada en las carteras de ciudadanos de la UE que han decidido echar su casa (también en crisis) por la ventana neoyorquina. Al menos mientras puedan. Al fin y al cabo, ahora ya sabemos que cualquier día de estos vendrán los chinos con sus yuanes a sacarnos a todos de pobres. Y con todo a 100.
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