El Barça se mancha en Cracovia
Asegurada la clasificación en el Camp Nou, los azulgrana flojean ante el Wisla
La seriedad no garantiza el buen juego. Tampoco en el Barcelona, al que se le ha puesto cara de equipo comprometido y profesional con Guardiola. Los azulgrana fueron formales incluso en el campo del Wisla. Han mejorado en la puesta en escena y cuanto precede al partido tiene un tono educado y respetuoso con el aficionado y el contrario. Puesta la pelota a rodar, sin embargo, resultaron un equipo acartonado e inanimado, especulador, poco protagonista. Actuaron a cámara lenta, como el funcionario impecable que atiende de acuerdo a la ley y al reloj y no a las necesidades, y se encontraron con la sorpresa de una derrota.
Al Barça le pudo el colchón del 4-0 del Camp Nou y se abandonó. Desde el punto de vista del marcador, no pasó nada en Polonia, salvo que perdió su condición de invicto desde que comenzó la pretemporada. Su actitud, sin embargo, no se correspondió con las exigencias del entrenador ni con la alineación que éste dispuso. Formaron los titulares y fueron vencidos por un rival inferior. El partido fue mal jugado por el Barça, al que le cuesta elaborar el fútbol desde la defensa cuando le presionan arriba, un defecto ya advertido contra el Boca Juniors.
WISLA CRACOVIA 1 - BARCELONA 0
Wisla Cracovia: Pawelek; Peter Singlar, Baszczynski, Cleber, Piotr Brozek; Lobodizinski (Malecki, m. 81), Junior Díaz, Marek Zienczuk (Dawidowski, m. 90); Jirsak, Boguski (Niedzielan, m. 67); y Pawel Brozek. No utilizados: Marcin Juszcyk; Szabat, Kowalski y Maczynski.
Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Piqué, Abidal; Xavi (Gudjohnsen, m. 56), Touré, Keita; Iniesta (Hleb, m. 65), Eto'o (Bojan, m. 73) y Henry. No utilizados: Pinto; Martín Cáceres, Sylvinho y Pedro.
Gol: 1-0. M. 51. Cleber remata de cabeza un saque de esquina lanzado por Jirsak.
Árbitro: Lubos Michel (Eslovaquia). Mostró la cartulina amarilla a Piotr Brozek.
Unos 10.000 espectadores en el estadio Henrik Reyman. Clasificado el Barça por 4-1.
Una dormidera. Nadie tiraba un desmarque, ni se arrimaba al área ni atacaba el balón
Una vez que la eliminatoria no tenía remedio, el Wisla convirtió la vuelta en un asunto patriótico. Aspiraba a convertirse en el primer equipo polaco en ganar un encuentro al Barça para redimirse de la goleada de la ida. Lo consiguió sin reparos.
Aparentemente, el Barça también había dado una importancia capital a la cita, como si le fuera la clasificación. A excepción de Márquez, Guardiola dispuso el once titular, con dos medios intimidadores como Keita y Touré, y reforzó el control con Iniesta como falso delantero en vez del hábil extremo Pedro. Un equipo de cuerpo entero para un campo muy pequeño y estrecho como el del Wisla, a gusto con el ambiente familiar de la noche, recogida la gente en los fondos y en la tribuna porque la lateral está ocupada por las grúas y los camiones a causa de las obras. Los cánticos acabaron por dar fe de vida del partido, presa largo rato de las precauciones de unos y otros, demasiado contemporizadores.
Acampó el Barça con su rondo y el Wisla se defendió con paciencia y la línea de presión avanzada. Una dormidera. Nadie tiraba un desmarque, ni se arrimaba al área ni un futbolista atacaba el balón. Todos jugaban al pie a dos y tres toques entre los barcelonistas. Alejados de la portería rival, se enredaron en la propia. Abidal no cerraba bien, Puyol era exigido y Valdés jugaba mal las cesiones.
Poco lúcido en la elaboración y errático en el pase, el Barça sólo alcanzaba el terreno contrario en las transiciones. No combinaba, no rompía ni Alves, y Henry e Iniesta eran incapaces de alcanzar el banderín de córner para poner un centro. No funcionaban los generadores de juego y el partido quedó a expensas de una jugada episódica. Valdés atrapó un cabezazo de Pawel Brozek y Henry cruzó en exceso una asistencia de Iniesta. Las llegadas del Wisla olían más a pólvora que las del Barça y Cleber remató a la red a la salida de un saque de esquina.
Al Barça no le quedó más remedio que ir a por el partido. Guardiola refrescó la alineación con tres agitadores: Gudjohnsen, Hleb y Bojan. El equipo se estiró hacia la porteria de Pawelek. Abundaron las jugadas de estrategia, Piqué remató al travesaño en un córner y los centrales le sacaron un remate de gol a Eto'o y otro a Gudjohnsen. Agua. Falló la puntería. A los delanteros azulgrana, titulares y reservas, les perdió un vicio ya conocido, el de recortar al defensa en vez de rematar de primera, y los muchachos de Skorza defendieron su heroica victoria.
Aunque la gloria fue para quien más la necesitaba, el Bar-ça no estuvo a la altura de su alineación ni de su plantel, circunstancia que convierte en más sonora su derrota. Morder el polvo cuando llueven los parabienes mancha y duele.
Falta de mentalidad, según Guardiola
El partido del Trofeo Gamper de la semana anterior, frente al Boca Juniors, fue una probatura excelente porque el Barça, atrapado en su campo ante la presión adelantada del contrario, se las tuvo que ingeniar para sacar la pelota jugada desde atrás. Contra el Wisla, el equipo azulgrana se encontró de inicio con la misma encrucijada. Pero se atrancó más de lo previsto. Una vez superada la presión, cuando el equipo polaco se desgastó en el esfuerzo, el Barça se topó con otro problema: la falta de puntería.
Para Pep Guardiola, sin embargo, todo se redujo a la falta de mentalidad. "Hemos jugado pensando en el marcador de la ida desde el inicio. No sabíamos si atacar o guardar el resultado y hemos acabado por contemporizar", reconoció. Aunque pronto varió su discursó y elogió la actitud de sus jugadores: "Estoy satisfecho con el comportamiento del equipo y encantado de la vida por pasar una eliminatoria muy peligrosa". Fue, en cualquier caso, la primera derrota del curso del Barça y la constatación de que el conjunto languidece en las áreas.
Con una defensa zonal en las faltas laterales y los saques de esquina, el Barça cubre racionalmente el área chica, donde acostumbran a ir los centros. Así lo exige Guardiola desde que iniciaron la pretemporada en Saint Andrews (Escocia). La defensa, al tiempo, se desentiende un pelo del área grande. Allí estaba Cleber, que remató a gol sin oposición. "Me pillló muy lejos porque yo tapaba el primer palo", advirtió Piqué. Un tanto intrascendente para el vestuario, más irritado por no saber poner el punto y final a las jugadas.
"Se han fallado muchas ocasiones", concedió Guardiola. "Hay que preocuparse por la eficacia", subrayó Touré. "Nos ha faltado un gol", abundó Henry. "He tirado una a las nubes", se castigó Piqué, un central que resultó ser el futbolista con más peligro ofensivo azulgrana al disparar cuatro veces a puerta: "Es una anécdota. Espero no ser quien resuelva arriba". Alves, más pragmático, pronto expresó el sentir general del equipo. "Esto era una eliminatoria y la hemos ganado por 4-1", concluyó. "Estamos en la Champions y eso es lo más importante para el club", apostilló Henry. Y Guardiola remachó: "Claro que duele la derrota. Pero no hay reproche en el cómo. Ya estamos en Europa".
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