"Será que me gusta la diversidad"
Carod Rovira tiene siete colecciones en marcha y otras tantas en ciernes
Lo suyo es casi compulsivo. Agrupa como por instinto. Para constatar que dentro de lo mismo, hay muchos matices. Josep Lluís Carod Rovira tiene alma de coleccionista. Tras auscultar unos segundos su subconsciente, trata de explicar el porqué de su afición: "Quizá porque me gusta la diversidad". Tiene siete colecciones en marcha: más de 6.000 pines, 130 plumas estilográficas, 350 cuadernos de notas, 400 tarjetas de restaurantes en los que ha comido, 2.000 chapas de cava, 160 ediciones diferentes de la novela El extranjero, de Albert Camús" y, la más original, 500 carteles de hotel con el clásico "Please, do not disturb".
Además, en las estanterías de su casa que soportan en doble hilera el peso de sus 15.000 libros perfectamente agrupados (franquismo, prisiones, campos de concentración, nacionalismo, etcétera) se van acumulando peligrosamente figuritas de gigantes, campanas, pisapapeles de cristal, pájaros... Carod enfoca su mirada a esas piezas similares y advierte: "Esto podría llegar a ser una nueva colección". Explica que suele comenzarlas sin premeditación. De pronto, se da cuenta de que tiene bastantes piezas similares de una misma cosa y empieza a buscar más y más y a guardarlas juntas de forma consciente.
Además de carteles, colecciona ediciones de 'El extranjero', pines, plumas, chapas de cava...
De modo que el consejero de la Vicepresidencia del Gobierno de la Generalitat recibe a los periodistas en su casa de Tarragona con bermudas, pantuflas y un abanico de posibilidades: "¿Qué colección preferís?". Su favorita es la de El extranjero. Excepcionalmente, la comenzó con plena intención un 17 de mayo en el que confluían dos circunstancias muy especiales para él: era su cumpleaños y el Barça ganó la Champions. "Estaba en París y decidí empezar ese día una colección nueva. Quise que fuera un libro y me decidí por El extranjero porque está traducido a muchas lenguas. Además, me gusta Camús por su profunda carga ética ante la vida. Es antidogmático y antisectario: un espíritu libre".
Ese mismo día compró en París el primer ejemplar en francés. Ahora tiene un total de 160 ediciones en 43 lenguas diferentes. La mayoría -25- en francés. Por supuesto, las cinco ediciones en catalán, pero también una veintena en inglés y en español. En todas las lenguas de la Unión Europea, hasta en maltés. Y en chino, japonés, árabe, hebreo, persa, turco... "Tengo amigos que van a países exóticos y me traen la novela". En un solo año ha conseguido sumar 10 idiomas a los que tenía. Aunque aún se le resisten algunos: "No la he encontrado en vietnamita". Su cargo, también le facilita aliados: "Como llevo Asuntos Exteriores, el cuerpo consular me envió ediciones en búlgaro y rumano. La ONCE le regaló otras en braille en castellano y catalán. Introducido entre los tomos, que ocupan un estante completo en la librería del comedor, hay también un disco y un CD del propio Camús leyendo su novela.
Para la foto, le pedimos que pose con las placas de hotel con el clásico "Por favor, no molestar". La encontramos poco usual y, además, aventuramos que tal vez la inició en algún momento en el que estuviera especialmente estresado y atrapara la primera como quien se aferra a un salvavidas. Pero no. La empezó por azar. Ni siquiera recuerda cuándo, ni dónde, ni por qué. "Debí de encontrar alguna original y me la llevé". No obstante, admite: "En política, muchas veces me gustaría poder colgar esto".
Muestra algunos de los carteles que guarda en una caja de cartón en la buhardilla-biblioteca. Hay más en el garaje. "Están aún sin clasificar". "Estoy en la fase de la recolección. ¡Ya me gustaría poder clasificarlos! El coleccionismo tiene dos fases: la primera es la alegría de encontrar cosas diferentes y la segunda la clasificación. Yo no tengo tiempo para esta segunda". Dice que para él, "lo más gratificante" es que hay mucha gente que sabe que colecciona y le trae piezas.
Así empezó él una de sus primeras colecciones hace unos 20 años, la de las chapas de cava. Las recogía para su amigo Ernest Benach, el actual presidente del Parlament. Pero un día se dio cuenta de que le estaba regalando muchas y se le disparó el resorte del coleccionista que lleva dentro: "Me dije: '¿Y por qué no la hago yo también?" Va por 2.000. Algunas, a modo de muestra, están alineadas en estuches transparentes sobre la mesa de su comedor.
Pines tiene "de todo tipo menos comerciales". Sólo Coca-Cola logró transgredir su veto porque "había muchos". Y la diversidad dentro de la unidad es una realidad irresistible para la personalidad de Carod, que reconoce que Freud tendría alguna explicación para su caso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.