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FÓRMULA 1 | Gran Premio de Europa
Columna
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Ferrari tiene un problema

Nadie en Ferrari quiso concretar ayer qué había fallado en el motor de Kimi Raikkonen. Pero es evidente que el equipo de Maranello tiene un problema. Cuando Felipe Massa rompió en Hungría, el pasado día 3, en la fábrica de los monoplazas rojos afirmaron que se había tratado de una biela rasgada. Ayer, todos los indicios me llevan a pensar que probablemente sufrieron el mismo problema. Y puede incluso que se trate simplemente de un grupo de material defectuoso enviado por algún proveedor. Si ésta es la cuestión, el equipo estará de enhorabuena, puesto que la solución será fácil. Sin embargo, los problemas de fiabilidad de Ferrari se vienen arrastrando prácticamente desde la primera carrera del Mundial. Y estas cuestiones no se resuelven en un plis-plas.

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Dos roturas tan seguidas en carrera son un pésimo presagio. Y más teniendo en cuenta que los problemas se han reproducido también en algunas sesiones de entrenamientos privados. Justificarse aduciendo que van al límite es ridículo porque en F-1 eso es lo normal. Pero parece evidente que todos los equipos están forzando hasta los extremos la normativa actual, buscando resortes donde cogerse para realizar modificaciones en el ámbito del motor que les permitan mejorar. El equipo está trabajando en estos aspectos porque sabe que la fiabilidad va a ser determinante en el desenlace final del campeonato. Y están preocupados porque saben que Massa debe utilizar todavía su motor de ayer en la próxima carrera, en el exigente circuito de Spa. Pero no debe cundir el pánico. Hay que analizar cada elemento, procesar todas las informaciones de la telemetría y focalizar completamente y sin dudas el problema para poder resolverlo.

Tienen prisa. Porque el campeonato está demostrando que McLaren ha conseguido un coche tremendamente fiable, que no se rompe ni queriendo. Los Ferrari son más rápidos y más dulces con los neumáticos: los preservan mejor y eso les permite utilizar compuestos más blandos en situaciones extremas. En este sentido, tendrían la batalla ganada con la escudería británica. Pero el problema de la fiabilidad les persigue. Ayer, Massa realizó una carrera memorable, sin que nadie le molestara desde la salida. Hamilton pareció conformarse con su segunda posición y, por primera vez, dio la impresión de que estaba especulando con su conducción.

El final del Mundial se presenta apasionante. Pero ayer la imagen que prevaleció fue la de una ciudad que había concluido sus deberes y presentaba el resultado de su obra: un circuito excelente, difícil y con zonas de adelantamiento (en la curva 12 y en la doble curva de entrada en boxes) que exigen una decisión que los pilotos ayer no tuvieron. Había demasiado miedo a tocar el muro y perderlo todo.

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