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Los fallos de la nueva depuradora contaminan el ambiente de Ons

El olor a cloaca comenzó el 13 de julio al ponerse en marcha la planta

Un denso olor a cloaca, a aguas fecales, saluda a los visitantes de Ons así pisan la isla. Comenzó el 13 de julio pasado con la puesta en marcha de la depuradora que la Diputación Provincial de Pontevedra regaló al vecindario, que llevaba una década reclamándola.

"Es terrible, terrible", lamenta María Jesús Acuña, presidenta de la asociación de vecinos. Tanto el vecindario como Anduxía, plataforma ecologista para la conservación del litoral de Bueu, vienen reclamado una "solución urgente a esta vergonzosa situación", pero ni los técnicos del Parque Nacional Illas Atlánticas ni los de la Diputación han conseguido neutralizar la pestilencia.

"No producirá lodos, malos olores ni ruidos", se aseguró al montar la planta

La depuradora fue trasladada a la isla desde Aldán (Cangas) en agosto de 2006, para comenzar a funcionar "en breve". Costó 150.000 euros y la obra civil para su instalación, a cielo abierto, se declaraba sencilla, una vez transportada en barcaza. La colocaron en uno de los extremos de Curro, el principal núcleo habitado de la isla, y los trabajos de instalación y conexión (bombas, tuberías de la red de saneamiento y otras actuaciones) se fueron alargando hasta septiembre de 2007. Hasta el pasado 13 de julio no se puso en marcha.

La Diputación Provincial glosó las ventajas del nuevo equipamiento, con un sistema operativo "muy avanzado" y que "no producirá lodos, malos olores ni ruidos". "Supondrá el fin de los vertidos al mar desde las casas, lo que mejorará de forma notable el aspecto ambiental de Ons", aseguraba, y también que su mantenimiento era "muy adecuado a los servicios que prestará a los isleños, porque no superará los 200 euros al mes". La planta, concluía la nota de la Diputación en 2006, había sido diseñada "para ser autómata".

Es un modelo que depura un caudal de 62 metros cúbicos diarios, lo que equivale a una población de 250 personas. No necesita incorporar aditivos ni cloros, sino que las bacterias actúan sobre los residuos orgánicos de forma natural y el agua resultante, según asegura el fabricante, pueden utilizarse para regar jardines. En Ons, sin embargo, cobra una tonalidad marrón en la gavia que la lleva al mar por el lado izquierdo del muelle de acceso a la isla. Por ahí pasan todos los turistas, que fueron 1.800 el pasado miércoles, por ejemplo. El promedio diario se sitúa entre 800 y 1.000, todos ellos en busca de la naturaleza semisalvaje de la isla y su excelente aireación. "El choque que reciben es tremendo", apunta María Jesús Acuña, sin olvidarse del "suplicio" cotidiano que inflige a los residentes.

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En la isla hay 92 casas, 10 institucionales y el resto, de particulares. Ahora todas están ocupadas, aunque el resto del año sólo sean ocho o diez. A la depuradora sólo están conectadas las de Curro, una docena, que incluyen los negocios de hostelería. "¡Diez años pidiendo la depuradora, para esto!", exclama la presidenta vecinal.

Primero pensaron que era cosa de la corriente eléctrica, que sólo funciona 10 horas diarias. Responsables del parque nacional conectaron la máquina a un generador, activo las 24 horas del día, pero todo sigue igual. "Tiene que ser un fallo de la instalación", aventura Acuña.

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