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Reportaje:DETRÁS DE LA MURALLA | PEKÍN 2008 | Juegos de la XXIX Olimpiada

Buen negocio... para algunos

Restaurantes y discotecas para extranjeros ganan mucho dinero y otros locales cerrarán

La terraza del Kokomo, bar de moda en el barrio Sanlitun, en Pekín, parecía ayer, a la una de la madrugada, una colmena. Alrededor de 200 personas cruzaban conversaciones mientras vaciaban mojitos y gintonics. Atletas, miembros de las delegaciones y turistas se deleitaban arropados por la música aflamencada de un grupo de Xinjiang, región del Oeste de China, hogar de la minoría musulmana uigur. A la vista, había pocos chinos. Quizá, ni un 5%.

El negocio navega viento en popa en este local enclavado cerca de las embajadas extranjeras. "Cada día recibimos a montones de extranjeros. Esto está lleno hasta las seis de la mañana", dice un camarero. El joven, que se desplaza entre las mesas apretujadas para atender a los clientes, asegura que la caja se ha más que triplicado respecto al año pasado.

Al otro lado de la manzana, decenas de extranjeros -mu-chos, holandeses, con camisetas naranjas- hacen cola a la puerta de la discoteca China Doll, donde medallistas como Michael Phelps han celebrado estos días sus victorias hasta altas horas. Por la calle caminan policías y guardas de seguridad.

"A nosotros nos va también mejor que nunca. Estamos haciendo récords de caja. Tuvimos dos meses malos, pero ahora la cosa va muy bien", dice el dueño de un restaurante extranjero. "Pero en septiembre vendrá un bajón y alguna gente que ha invertido mucho dinero en abrir negocios para los Juegos tendrá que cerrarlos".

La efervescencia es similar en otros locales de altos precios y restaurantes de comida occidental, pero la situación cambia en aquellos bares de gama menos alta. Cheers, que ofrece buena música y precios inferiores, estaba ayer casi vacío. "La cosa no va mejor este año. Muchos de nuestros clientes son extranjeros residentes en Pekín que se han tenido que ir por el tema de los visados", dice un camarero en referencia a la política de restricción aplicada por el Gobierno supuestamente por motivos de seguridad.

La noche de Pekín funciona al ralentí, mucho más tranquila de lo que es habitual en esta ciudad que no duerme. Mientras en Atenas, en 2004, las autoridades prolongaron las horas de apertura de los bares, financiaron conciertos al aire libre y contrataron a centenares de artistas callejeros, el Gobierno chino, temeroso siempre de las aglomeraciones y de su imagen, ha hecho lo contrario. Ha exigido el cierre de algunos locales, como Maggie's, conocido por su prostitución encubierta, hasta que acaben los Juegos, ha recortado los horarios a otros y ha obligado a los que ofrecen conciertos al aire libre a renunciar a su programación. Además, ha dado instrucciones, y hecho firmar papeles, a los dueños de los bares para que avisen a la policía si entran prostitutas o traficantes de droga.

Los Juegos no han traído el flujo de turistas, y el consiguiente negocio, que muchos esperaban. Hace sólo un año, Pekín preveía que acudirían a la capital 1,7 millones de visitantes, de ellos 550.000 extranjeros. Aunque el Gobierno no ha dado aún las cifras oficiales, muchos empresarios creen que el número real está incluso por debajo de los 420.000 de agosto de 2007. En julio, viajaron a Pekín 270.000, un 30% menos.

La mayoría de los hoteles tienen menos clientes de los previsto. Sólo los de cinco estrellas tienen un ratio de ocupación superior al del año pasado en estas fechas -81% frente al 69%-, según Xiong Yumei, subdirector de la Oficina de Turismo.

Interior de la discoteca China Doll.
Interior de la discoteca China Doll.ASSOCIATED PRESS

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