LAS HORMONAS DEL POP
COMO fenómeno MySpace tenían su gracia, con sus vaqueros apretados, sus camisetas ceñidas y sus gafas de pasta. Los tres guaperas de The Teenagers ya apuntaban maneras en febrero, con un par de sencillos editados y un puñado de fans histéricas en Francia, su país de bandera; y en Inglaterra, donde residen. Pero pocos se tomaban en serio sus sintetizadores y sus letras hormonadas. Fue entonces, en pleno invierno, cuando visitaron España para hacer promoción.
Su representante se las apañó para que su estancia fuera corta. Al parecer, en su primera visita, allá por 2007, la liaron parda. "Los españoles sí que sabéis divertiros. Estuvimos tocando en Barcelona hace un año, y la noche se alargó demasiado...", admite Quentin Delafon, cantante de la banda, repantigado con poco glamour en las oficinas de Everlasting en Madrid. La juerga se estiró tanto como para que Delafon y el resto de la banda (el guitarrista Dorian Dumont y el bajista Michael Szpiner, ambos de 26 años) perdiesen un vuelo rumbo al festival de música belga de Les Ardentes. Pero todo eso sucedió cuando nadie daba un duro por ellos. Antes de que su debut Reality check aprobase con nota alta el examen de la NME (8 sobre 10). Antes de que demostrasen en el festival californiano de Coachella que son algo más que tres franceses monos.
Claro que nunca es fácil quitarse el sambenito de encima. Sobre todo si se es hijo predilecto de la era digital. "Pertenecemos a la generación MySpace, nos dimos a conocer a través de nuestro perfil. Firmamos un contrato con una discográfica [Merok, primera casa de Crystal Castels y Klaxons] antes de irnos de gira", cuenta Quentin, de 27 años. El nacimiento de la banda, en las navidades de 2005, es muy paradigmático: "Íbamos pedo. Nos habíamos tomado unas pizzas y habíamos bebido vodka... Nos aburríamos. Así que escribimos Homecoming". Luego se abrieron un MySpace y colgaron su retoño. "No hemos sufrido tanto como nuestros colegas. Ni hemos ensayado cada noche en un garaje", admite Dorian entre bostezos.
Su álbum Reality check es un manifiesto adolescente: 12 temas trufados de novias pesadas ("Deja de fumar, por Dios", del tema Love no), líos de una noche ("Llama a Nicole, y folla a Nicole", de Fuck Nicole; "Me tiré a mi coño estadounidense", de Homecoming) y de energía fiestera ("Estamos en una fiesta privada [ ] me atrae mirarla bebiendo vodka con Redbull", de Sunset Beach). Hablan de Sensación de vivir, de Alyssa Milano (Embrujadas), de Jared Leto y Scarlett Johansson. "Ninguna actriz me gusta tanto como ella. Es tan sexy...", comenta Dorian.
Iconos cinematográficos aparte, The Teenagers no pueden ser más adolescentes: "Vivimos en el East End de Londres. Pero los tres nos conocimos en París, en el instituto. Quentin era el chico guay. Tenía un año más que Michael y yo", recuerda Dorian, de origen coreano.
Esa sabiduría juvenil es su fuerte: sus comentarios sobre la lucha de los sexos y las resacas son sarcásticos y perspicaces. Aunque algunos los consideran machistas: "Algunas chicas nos ponen a caldo en MySpace", confiesa Quentin. "Las letras son guarras. Pero nosotros hablamos así, con muchas palabrotas". Se entienden en francés, pero Quentin canta en inglés. De París sólo les queda la sonrisa seductora y cierta admiración por el cantante Serge Gainsbourg. En atuendo y gustos están más cerca de sus colegas de barrio. Visten como The Wombats o The Artic Monkeys. "Nos sentimos anglosajones. Nuestras referencias vienen de allí y de EE UU", confirma Quentin. Al guitarrista Dorian le pirran Weezer y The Stones Roses; al bajista Michael le va el hardcore (tocaba en xProvidencex), y a Quentin le flipa Stuart Price, en todas sus facetas, músico, productor y remezclador: "Me alucina su remix del Get together de Madonna".
La blogosfera los adora. Y Japón, donde estuvieron de gira hasta el 9 de agosto, enloquece con su pop de sintetizadores y con la sensual voz de Quentin Delafon (una mezcla entre Justin Timberlake y Lou Reed). "No nos importa que nos consideren un hype, disfrutamos", dice Quentin. "Estamos recuperando el tiempo perdido. Cuando íbamos al instituto éramos más tranquilos Tener un grupo es una buena excusa para hacer realidad nuestros sueños adolescentes; ¿no te parece?".
Reality check está editado en Everlasting. www.myspace.com/theteenagers
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