"Estaba loca por vivir en Madrid"
Alegre, abierta y muy activa. Así era Patricia Morillo Pérez. Tenía 27 años y regresaba a su casa en Las Palmas después de haber pasado diez días de vacaciones en Madrid. "Había viajado a la Península para encontrarse con un amigo con el que estaba empezando una relación", cuenta su hermano Javier. Había planeado el viaje para aprovechar al máximo sus vacaciones. Debería haberse incorporado a su trabajo como camarera ayer. "Patricia estaba loca por Madrid. Le encantaba. Soñaba con ir a vivir allí y estudiar moda o periodismo. Las Palmas se le quedaba un poco pequeño y siempre lo decía", dice su padre Rafael.
Patricia había dejado de lado la carrera de Turismo. Tras intentarlo durante algunos años, había decidido que no le convencía del todo. "La había escogido porque le encantaba trabajar de cara al público y tratar con la gente. Como con el periodismo o la moda. Por eso mismo, decidió ponerse a trabajar de camarera durante una temporada. Había conseguido un empleo en un bar para todo el verano y estaba muy contenta. Además de sacarse un dinero, le gustaba trabajar en los bares", cuenta Javier, que define a su hermana como una verdadera apasionada de la música y del baile. "Era una chica muy conocida y muy querida en Las Palmas". Javier intenta sonreír.
Se diseñaba su propia ropa. Era una apasionada de la moda
Ya antes de aparcar la carrera, Patricia hablaba sin parar de los proyectos que emprendería en la capital. Proyectos sobre todo relacionados con el mundo de la moda, por el que sentía verdadero interés. "Mi hermana se diseñaba su propia ropa. También hacía complementos, disfraces... No sólo para ella. También para las amigas. Patricia siempre iba vestida de una manera muy original", relata Rafael. Está destrozado. Se queja de la falta de información que sufrieron las primeras horas tras el accidente. "No ha habido nadie que nos mantuviera informados desde que supimos del accidente hasta las ocho de la noche. Ni mucho menos hasta llegar en el avión a Madrid", cuenta. El padre de Patricia relata las casi tres horas de vuelo como amargas: "No se escuchaba ni un grito, ni una palabra más alta que otra. Sólo se respiraba tristeza".
Rafael no está solo. Además de su hijo Javier han volado para acompañar a Patricia su otro hijo, Pablo, y María Jesús, la madre de los tres. El chico con el que Patricia acababa de estar y que la había dejado en el aeropuerto, lleva con ellos casi desde el principio.
Pablo y su hermana Patricia no se habían visto desde hacía casi ocho meses. Los tres hermanos estaban muy unidos. Pablo regresó hace una semana de México, donde estudia Arquitectura con una beca. "Tenían unas ganas locas de verse, de contarse y ya no podrán hacerlo...", dice angustiado Rafael. Ninguno de los cinco ha dormido más de media hora seguida. Se les nota cansados, pero a pesar de todo no pierden el buen ánimo. Hablan de Patricia con un cariño extremo. "No podemos hacernos a la idea de que ya no vamos a volver a verla", dice Javier.
Ahora piden justicia. Rafael asegura que sin ella no podrán descansar: "Queremos que se depuren responsabilidades. Que las autoridades investiguen lo sucedido y que se cree un protocolo especial para que lo que ha ocurrido no vuelva a pasar. Necesitamos saber qué pasó en ese avión. Nadie va a poder devolvernos a Patricia, pero por lo menos sabremos qué ocurrió. Eso por lo menos queremos saberlo".
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