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Crónica:ESPAÑA 3 - AUSTRALIA 2 | PEKÍN 2008 | Hockey
Crónica
Texto informativo con interpretación

Hazaña de rebeldes

España disputa mañana la final frente a Alemania después de su espectacular remontada ante Australia

Diego Torres

La desobediencia puede ser un síntoma de madurez. A sus 25 años, Santi Freixa, el atleta más completo, más disciplinado, y más querido por el seleccionador más planificador y más minucioso, decidió ignorar las indicaciones del técnico. Lo hizo cuando faltaban dos minutos para el final del partido y el empate amenazaba con una prolongación angustiosa. Freixa, Gugú para los compañeros, tuvo una corazonada en el momento en que esperaba el saque para disparar un penalti-córner. Allí, de pie ante la portería de Australia, al ver al portero Stehpen Lambert, recordó cosas que le iluminaron. El plan decía que a la derecha, el meta australiano iba peor. Pero Freixa adelantó la pierna de apoyo con un amague y blandió el palo. La bola estaba destinada a ir hacia una parte, para cumplir con lo establecido. Pero el jugador le cambió el destino. De paso, cambió el destino de su equipo. Hizo el gol del triunfo y España se aseguró una plata y una posibilidad muy clara de oro. La final contra, Alemania, se disputará mañana.

ESPAÑA 3 - AUSTRALIA 2

España: Cortés, Freixa, F. Fábregas, A. Fábregas, Amat, Tubau, R. Alegre, Ribas, Garza, Enrique y David Alegre. También jugaron Arbos, Sojo, Fernández, Sala y Oliva.

Australia: Lambert, de Young, Dwyer, Hammond, Knowles, Guest, George, Wells, Brooks, Abbott, Ockenden y Schubert. También jugaron Doerner, Smith, Matheson, Brown y Kavanagh.

Goles: 0-1. M. 1. Abbott. 0-2. M. 37. Ockenden. 1-2. M. 39. Tubau. 2-2. M. 44. Tubau. 3-2. M. 68. Santi Freixa.

Árbitros: Quaye-Kumah y You.

Pista de Hockey del Parque Olímpico.

Freixa decidió el partido gracias a su desobediencia. Y Hendriks lo celebró
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Sin euforia

"A este portero en un Champions Trophy le hice tres goles", explicó el jugador, después de festejar como un poseso, haciendo callar a los hinchas aussies. "Entonces vi que fallaba con el palo. Recordé que era su punto débil. Lo que pasa es que, por cómo salían ellos, hablamos de tirarle a la derecha. Después de siete penaltis-córner durante el partido pudimos ver que nos habían bloqueado mucho esa zona. A mis compañeros les dije: 'Chicos, vuelve igual'. Pero al final, cuando me he puesto, me he dicho: 'No Santi, por la izquierda'. Y he cambiado a la izquierda. Esto no es desobedecer. O, mejor: es una desobediencia honesta".

Los partidos de hockey suelen decidirse en detalles. El de ayer no fue una excepción. Lo ganó España. Pero España lo pudo perder en dos acciones aisladas. La primera, en el primer minuto. Una jugada de Australia por la derecha acabó en centro. La defensa no reaccionó y la bola entró al área a la velocidad justa. Des Abbott se coló como un intruso. Conectó y la bola fue a la red. El gol puso a España en el peor de los escenarios. Ante el rival que lo bajó del podio en Atenas, y ante el mismo que lo goleó en la final del Champions Trophy (4-1), hace un mes y medio. Hay algo en la pasión de los australianos que intimida a los españoles. Los ataques masivos, las combinaciones rápidas, la falta de precauciones, se relacionan directamente con el carácter latino. En lugar de neutralizarse, España y Australia estimulan su precipitación ancestral. El gol que abrió el marcador fue una invitación. Una llamada a buscar la portería contraria con la misma determinación. Sin mirar atrás, sin intentar controlar el juego. La provocación no obtuvo respuesta. España se parapetó alrededor de su defensa. Jugó a esperar. Con una horizontalidad a veces exasperante. Kiko Fàbregas y Ramón Alegre coordinaron operaciones medidas y calculadas. Nada de movimientos impulsivos. Al final de la primera parte los españoles se marcharon al vestuario enzarzados en una discusión desaforada. El gol los había herido.

Australia volvió a golpear. Más fuerte todavía. Knowles, Matheson, Abbott y Ockenden fabricaron un gol con una sucesión geométrica de pases. La situación no podía ser más desesperada para España. En otro tiempo, la distancia habría sido insalvable. Pero la selección ha ganado en aplomo. Desde 2003 ha ocupado todos los podios de las competiciones internacionales, y esto ha dotado a los jugadores de armas para sobrellevar dificultades de todo tipo. Ayer se sobrepusieron al desconcierto con personalidad. Cortés, el portero, hizo las paradas necesarias. Y en los peores momentos hubo dos tipos que se elevaron por encima del resto: el veterano Pol Amat, con sus elegantes conducciones y que, con un tobillo golpeado, es duda para la final, y el díscolo Eduard Tubau, con un gol de virtuoso.

Cuando Tubau hizo su segundo gol, el del empate, en el primer penalti-córner, Australia se deprimió. Había desaprovechado su oportunidad. "Sus jugadores claves como Dwayer y Hammond no tocaban bola", recordó Freixa. "Sus delanteros tenían fallos técnicos. Al verlo nos hemos crecido".

Freixa acabó decidiendo el partido gracias a su desobediencia. El seleccionador, Maurits Hendriks, celebró la rebeldía: "De vez en cuando se hace lo que se decide según el vídeo. Y de vez en cuando, se toman decisiones autónomas. Yo les he enseñado el camino. Ahora la fuerza la tienen ellos. Cuanto menos intervenga yo, más seguro estaré de haber hecho mi trabajo".

Eduard Tubau, a la derecha, junto a David Alegre y Kiko Fàbregas, ayer en la celebración de la victoria española.
Eduard Tubau, a la derecha, junto a David Alegre y Kiko Fàbregas, ayer en la celebración de la victoria española.AP

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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