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Crónica:PEKÍN 2008 | Hockey
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un equipo con GPS

La selección de Hendriks, que hoy se mide a Australia, utiliza la mejor tecnología

Diego Torres

Las semifinales del torneo olímpico de hockey reúnen hoy (a partir de las 12.00 horas en España) a las cuatro potencias mundiales en un periodo de relativa igualdad de fuerzas. En el primer partido, el campeón del mundo, Alemania, se enfrentará a Holanda. En el segundo, Australia se medirá a España. Los españoles vuelven a encontrarse con el equipo que más problemas le ha dado en los últimos años. El mismo que lo bajó del podio en los Juegos de Atenas. A continuación, el director técnico de la federación, José Antonio Gil, el seleccionador, Maurits Hendriks, y el preparador físico, Tom Figuls, apuntan algunos detalles a tener en cuenta.

"Los australianos son superverticales", dice Gil; "su estilo es abrir mucho el campo y jugar a toda pastilla. No saben contemporizar. A sus defensas les cuesta dar dos pases seguidos. Donde se sienten más cómodos es en el caos. Buscan la superioridad en ataque con cuatro para tres. Esto nos causa pavor a los entrenadores europeos, pero divierte al público".

"Tenemos que controlar la bola; los australianos no tienen paciencia"
"Para que los puntas estén frescos los cambiamos cada diez minutos"

"Jimmy Dwayer es la figura", apunta Gil; "conduce muy bien la pelota y muy rápido. No es el mejor driblador, pero llega siempre bien colocado y ve muy bien las jugadas de pase y apoyo".

"España tiene que controlar la bola porque los australianos no tienen paciencia", advierte Gil. "Si manejamos el ritmo del partido y estamos bien arropados, no tendremos problemas. Tendremos buenas ocasiones para contraatacar con Rodrigo Garza, Santi Freixa y Pol Amat. Pero con cuidado de no permitir el recontraataque".

"Es importante que nunca descoloquemos nuestras piezas alrededor del mediocentro, Kiko Fàbregas, para estar preparados cuando ellos inicien el recontraataque. Este concepto es propio del hockey. En fútbol, y, sobre todo, en deportes como el baloncesto o el balonmano, la pelota es tuya y es fácil de proteger. En hockey, si el contraataque no es perfecto, la respuesta del adversario, el recontraataque, suele ser mortal. Esto sucede porque la posesión es muy difícil. No se puede aguantar la bola bien. Está prohibido proteger la bola con el cuerpo. Si haces como Riquelme, o como los jugadores de baloncesto, y estás totalmente parado, poniéndole el culo al defensa, te pitan obstrucción".

"Por la misma razón, en el hockey la presión es más eficaz", dice Hendriks. "En España, el hombre que dirige la presión es Kiko Fàbregas. La presión es un ejercicio de coordinación, mucho más colectivo que en el fútbol, con participación de todos los delanteros. No es permanente; se inicia a una señal de Kiko".

"En el hockey no hay fuera de juego y nuestro equipo siempre está buscando profundizar para alargar la defensa rival", explica Hendriks. "Lo más importante es saber cuándo dar el pase para atacar en bloque en el momento en el que el contrario ha dejado un hueco. Para esto analizamos los movimientos del rival con un sistema de vídeo conectado al banquillo en directo. Mi ayudante envía fotos desde la grada, yo las recibo en un minuto, y se las muestro a los lanzadores, principalmente a Kiko. Si fallas en el momento de profundizar, puedes desproteger a tu defensa".

"Hemos incorporado aparatos de GPS que atamos a cada jugador con un pulsómetro", dice Figuls. "De ese modo sabemos la frecuencia cardíaca de cada uno, qué distancias recorren, cuántas veces, en qué zonas del campo, con qué aceleración y con qué intensidad. Recibimos la información en directo, en el banquillo. Por ejemplo: los delanteros recorren entre 8 y 7 kilómetros por partido, y los defensas, 12 kilómetros. Como en el fútbol, pero en una superficie que es la mitad. Con los datos ajustamos los entrenamientos. No tiene sentido entrenar sprints de 60 metros si los jugadores sólo hacen sprints de 5, 10 y 20".

"Para que los delanteros estén frescos a fin de esprintar con frecuencia, los cambiamos cada diez minutos", advierte Figuls. "Los sentamos entre tres y cinco minutos y los volvemos a meter", argumenta. "Durante el partido tomamos la temperatura de los jugadores con un termómetro láser, apuntándoles al cuello y a las piernas. Si se acercan a los 40 grados los sentamos y les ponemos mangas y chalecos de hielo para recuperarlos, y vuelven a jugar".

Kiko Fabregas (derecha) lucha por una bola contra el surcoreano Yeo Woon-koon.
Kiko Fabregas (derecha) lucha por una bola contra el surcoreano Yeo Woon-koon.EFE

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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