Higuero sólo pesca una sardina
El español, quinto en un 1.500 en el que Ramzi emula a El Guerruj
Juan Carlos Higuero renunció a cualquier tipo de iniciativa, esperó a los últimos 200 metros para exhibir su velocidad a rueda de Baala, la gran decepción, y recogió unos cuantos cadáveres en la recta final. Terminó quinto, siempre detrás del francés, y, en teoría, feliz, pero decididamente decepcionado, como se le vio cuando miraba pensativo el resultado una y otra vez y veía que allí, en el tercer puesto, estaba escrito el nombre de un neozelandés, Nick Willis, pálido reflejo del tremendo John Walker, medallista de oro en Montreal 1976. "Un quinto puesto está muy bien", repetía el de Aranda como intentando convencerse; "pero que te gane un blanco nunca te gusta. La verdad es que me gustaría intercambiar su tercero por mi quinto...". El último no africano que ha ganado el 1.500 olímpico es Fermín Cacho.
"Un quinto puesto está muy bien. Pero que te gane un blanco nunca te gusta"
Quiñónez llega a la semifinal de 110 vallas y la final no parece imposible
Higuero salió de pesca, a ver qué caía en la final de 1.500 metros, y acabó con una sardina en el anzuelo. La merluza fue para el gran favorito, el marroquí nacionalizado bahreiní Rashid Ramzi, al que siempre se ha calificado de sospechoso por sus prolongadas desapariciones de la escena internacional para refugiarse en Marruecos y sus espectaculares reapariciones. Ramzi, doble campeón mundial de 800 y 1.500 metros en Helsinki 2005 -un doblete insólito- y soldado del ejército de Bahrein desde 2001, hereda el trono de su compatriota Hicham el Guerruj, a quien pretende emular al máximo alineándose también a partir de hoy en el 5.000, distancia de la que también es campeón olímpico El Guerruj.
"Pero no, no he pecado de falta de ambición", se defendió Higuero; "he venido a por una medalla, no a ver qué pasaba, pero quizá me he equivocado. Tuve miedo, pero debía haberme asomado por la cabeza en el 1.000. Sin embargo, pensé que me desgastaría demasiado. Confiaba en mi último 300. Pero, a la hora de la verdad, cuando llegó el momento, todos empezaron a moverse y me encontré sin hueco. Pensé que hallaría calle libre y no fue así. Sólo en la última recta vi por dónde colarme".
Ramzi acabó en 2004, antes de los Juegos de Atenas, con la racha de imbatibilidad de cuatro años, desde la final de Sidney, de El Guerruj y ayer acabó fácilmente con la resistencia de los kenianos Asbel Kiprop, un jovencito de 19 años altísimo y de zancada elegantísima y fina, y Augustine Choge, el gran dominador de la temporada de mítines. Entre ambos llevaron la carrera al ritmo que mejor le convenía a Ramzi, quien se movió a la entrada de la última curva para desbordar la oposición y cerrar la última vuelta en 51s. Terminó en 3m 32,94s, por delante de Kiprop, que no aguantó la tremenda potencia de Ramzi, y de Willis, un finisseur que en el último 100 fue capaz de conseguir aquello que se les escapó a Baala e Higuero.
"He seguido todo el tiempo a Baala", dijo Higuero, el único español en la final tras la eliminación, en las semifinales, de su amigo Arturo Casado y, en la primera ronda, de Reyes Estévez; "pensé que era la rueda buena y. al final, no resultó así". Su quinto puesto es el mejor conseguido en una gran final. Higuero, de 30 años, fue octavo en los Juegos de Sidney 2000 y sexto en los Mundiales de París 2003. Su puesto marca también los límites del 1.500, la especialidad reina del atletismo español, que no sube a un podio desde el tercer puesto de Estévez en los Mundiales de Sevilla 1999. En los Juegos, la cosecha espectacular, bronce de Abascal en 1984 y oro de Cacho en 1992, se cerró en 1996 con la plata del soriano en Atlanta.
La soledad de Higuero en la final, su quinto puesto junto al de Casañas en disco, la única aportación del atletismo a la brillante cosecha de diplomas de Pekín, marcan los límites también de un equipo español escaso -el de menos participantes, 54 atletas, desde Barcelona 1992- y envejecido. Ayer cayeron eliminadas Concha Montaner en longitud y Dolores Checa en 5.000, pero, en cambio, hubo un par de noticias esperanzadoras: el paso de Jackson Quiñónez a la semifinal de 110 vallas, desde donde el progreso a la final parece complicado aunque no imposible, pues la fatalidad se ha llevado por delante a Liu Xiang y Terrence Trammell, dos de los favoritos -al igual que la décima y última valla, en la que tropezó su pie, se llevó por delante las esperanzas de Lolo Jones cuando a la norteamericana le quedaban sólo 10,5 metros, seis pasos, para proclamarse campeona olímpica-, y la más espectacular clasificación de la jerezana Mercedes Chilla, medallista europea, para la final de lanzamiento de jabalina.
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