El 'ático' olvidado del Reina Sofía
Las recién inauguradas terrazas del museo apenas reciben visitantes
El sueño del arquitecto Jean Nouvel para el Museo Reina Sofía no se está cumpliendo. Si su objetivo era conseguir que las terrazas de la sexta planta de su ampliación se convirtiesen en una "plaza pública" con centenares de personas contemplando las vistas de Madrid, no lo ha logrado aún.
Quizá se deba a que sólo llevan abiertas al público desde el 1 de agosto o a que pocos saben que son gratuitas y se accede desde los ascensores de la zona nueva en horario de museo (de las diez de la mañana a las nueve de la noche). El hecho es que a lo largo de una tarde cualquiera sólo algunas palomas y visitantes despistados acceden a este espacio inédito.
"El problema es que no hay nada que ver aquí arriba", asegura la vigilante
"Cuando más gente sube, y suben pocos, es a última hora porque durante el resto del día esto parece un horno. Las paredes de cristal y las superficies que reflejan el sol dan un calor terrible y no hay quien pare aquí", comentan Jacqueline y Ana, trabajadoras de la limpieza en el museo, que en sus ratos de descanso sí se acercan a las terrazas semicubiertas para tomar el aire y charlar. Para ellas la arquitectura de vanguardia, los materiales que imitan a espejos, las texturas reflectantes y las estructuras de vidrio en 630 metros cuadrados que miden las terrazas son secundarios. Lo que han observado es que el público no acude ni siquiera para descansar en las sillas estratégicamente situadas, con un punto voyeurista, frente a los balcones, ventanas y azoteas de la cercana calle Argumosa, en el barrio de Lavapiés.
"Los pocos turistas que llegan lo hacen por error, pensando que han subido a la cuarta planta del museo. Echan un vistazo y se van. En el fondo, el problema es que no hay nada que ver aquí arriba: ni exposiciones, ni un paisaje espectacular porque tiene mucho hierro en medio", comenta distraídamente la vigilante que pasa las horas muertas en su silla, custodiando la nada. No le falta razón. Aunque los elementos propuestos por el arquitecto francés permiten un curioso reflejo invertido de la ciudad, los sucesivos niveles de las terrazas -en gran parte inaccesibles al público porque corresponden al área de administración del museo-, vigas, escaleras y arquitecturas de hierro impiden contemplar totalmente el horizonte.
La idea del director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, es destinar este espacio en un futuro a actividades alternativas como performances, espectáculos de danza contemporánea o de poesía, relacionados con el espíritu vanguardista del museo.
"Seguro que si finalmente hacen exposiciones aquí, como las del Metropolitan de Nueva York, o presentan actuaciones atraerá a la gente, pero de momento está muy desaprovechado. En el Pompidou de París, por lo menos, cuando se sube a las azoteas desde un lateral del edificio tienes unas vistas espectaculares de la ciudad. Pero es que el tejado de Nouvel ni siquiera permite ver el cielo abierto", comentaba un turista escéptico.
Habrá que esperar al próximo año para ver si el espacio al aire libre realmente acoge actuaciones musicales o cualquier otra propuesta cultural. Hasta entonces, las terrazas siguen esperando a convertirse en el punto neurálgico del museo.
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