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Reportaje:DETRÁS DE LA MURALLA | PEKÍN 2008 | Atletismo

Sueños rotos

El abandono de Liu es un drama nacional porque el atleta representa el ascenso chino

Hace unos meses, Sun Haiping, entrenador de Liu Xiang, contó que altos directivos de la Administración General de Deportes China le advirtieron en una ocasión que, si el campeón olímpico de los 110 metros vallas en Atenas 2004 no repetía la gesta en Pekín, "todos sus logros pasados no valdrían de nada". Su medalla de oro, su título mundial y su pasado récord del mundo serían sólo ceniza a los ojos de los dirigentes chinos.

Nunca trascendió lo que pensó el joven atleta sobre aquella afirmación, pero la imagen, ayer, de un Sun en lágrimas, incapaz de acabar las frases en la rueda de prensa improvisada para explicar el abandono de su pupilo, lo decía todo. Tras cuatro años de una presión que quizá se hizo insoportable, Sun se vino abajo, conmocionado, al ver cómo China se quedaba sin su héroe del atletismo, al ver cómo la exigida medalla no podría colgar del cuello del gran corredor-saltador.

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Verse obligado a dejar la competición en plenos Juegos es un drama para cualquier deportista. Verse obligado a hacerlo cuando ya se está en la pista y decenas, quizá cientos, de millones de chinos esperaban la victoria alcanza tintes de drama nacional. Lo fue para los aficionados y debió de serlo para los líderes chinos, que confiaban en que un triunfo de Liu confirmaría el progreso deportivo del país y pondría un broche de oro en el ansiado medallero.

China tiene prisa por ocupar el puesto que considera que le corresponde en la escena internacional y ha hecho de estos Juegos su gran fiesta de puesta de largo. Si Liu ganaba, China ganaba. No sólo desde el punto de vista deportivo, sino también desde el político. De puertas afuera y de puertas adentro, donde supondría una nueva inyección de nacionalismo.

Cuando Liu se retiró, el país se quedó atónito. Espectadores y voluntarios estallaron en lágrimas, que fueron debidamente recogidas por la televisión pública. "Le apoyamos gane o pierda", dijo una chica, ante las cámaras, rota por la emoción.

La ola de simpatía hacia el deportista modelo se desató rápidamente por todo Pekín. "Liu estaba sometido a una gran presión e insistió en correr a pesar de sus problemas físicos. Pero, para nosotros, para la gente corriente, sus logros pasados siempre estarán ahí", razona Yang Wenyuan, un hombre de 75 años que trabaja de voluntario para la vigilancia en una calle de la ciudad vieja. "Debe de tener sus razones para haberse retirado", afirma Wang Zhaobo, un estudiante de Económicas mientras se dispone a entrar en el Nido del Pájaro, el estadio nacional.

Feng Shuyong, responsable del equipo de atletismo chino, aseguró en la rueda de prensa que "hasta el sábado pasado Liu Xiang estaba en muy buena forma", pero que durante el entrenamiento de ese día su antigua lesión en el tendón se intensificó: "No nos dimos cuenta de que era algo tan serio. Nadie sabía en ese momento que no podría competir". Tan sólo la web oficial del atleta pareció dar una pista el domingo pasado al aludir a sus problemas físicos.

Otros aficionados se mostraban, sin embargo, decepcionados, e incluso enojados, y desconfiaban de las explicaciones oficiales. No entendían por qué la televisión no había dicho nada de la lesión del deportista durante los últimos días y la situación sólo había estallado cuando saltó a la pista. "Liu Xiang tenía miedo de no vencer al cubano Dayron Robles. Pero, si hubiera sido lo suficientemente valiente, se habría enfrentado a él y, si no hubiera ganado, lo habríamos comprendido", dice Wang, de 22 años, que trabaja en diseño publicitario en el parque olímpico; "con esta forma de abandonar, ha herido a muchos chinos que confiaban en él".

Un taxista, suspicaz, lo resume en pocas palabras: "Se ha retirado para no perder durante la carrera y salvar así la cara de China". Robles es uno de los 40 atletas olímpicos que dirigieron una carta al presidente chino, Hu Jintao, poco antes del inicio de los Juegos pidiéndole que impulse una solución pacífica y mejore la situación de los derechos humanos en Tíbet.

Liu Xiang es, junto al jugador de baloncesto Yao Ming, una de las caras más famosas de China y el rostro publicitario de compañías como Coca-Cola, Nike o la marca de leche china Yili, que esperaban obtener un buen rédito con su posible victoria en Pekín. Su abandono era lo último que este país de 1.300 millones de habitantes imaginaba, sobre todo porque Liu representa en buena medida el ascenso chino en el mundo. "Esto dará mucho que pensar a más de uno", dice una joven universitaria que prefiere no dar su nombre al periodista.

Que Liu lograra la medalla de oro ocupaba la posición número en la lista de los diez máximos deseos de los chinos para los Juegos, según una encuesta ampliamente divulgada a principios de año por la prensa. Ese sueño se ha roto. "Demasiada esperanza significa a veces ninguna esperanza", asegura Wang Zhaobo.

La atención ahora probablemente bascule hacia la excelente actuación del conjunto de deportistas chinos en estos Juegos y su posible liderazgo en el medallero.

Liu Xiang se tapa la cara con la camiseta en un gesto de decepción. A la derecha, su entrenador, Sun Haiping cierra los ojos y rompe a llorar ante los periodistas.
Liu Xiang se tapa la cara con la camiseta en un gesto de decepción. A la derecha, su entrenador, Sun Haiping cierra los ojos y rompe a llorar ante los periodistas.AP / AFP
Una voluntaria del servicio de seguridad trata de enjugarse las lágrimas.
Una voluntaria del servicio de seguridad trata de enjugarse las lágrimas.ASSOCIATED PRESS

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