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Reportaje:DETRÁS DE LA MURALLA | PEKÍN 2008 | Juegos de la XXIX Olimpiada

Los 'sacrificados'

El Gobierno chino se adorna con las medallas mientras detiene o expulsa de la capital a los disidentes

Las medallas de oro caen una tras otra, los estadios son objeto de admiración y la competición sigue su curso en medio del fervor popular. Los Juegos de Pekín han provocado la adhesión de millones de chinos impulsando una ola de nacionalismo. Muchos ciudadanos se pasean por las calles con camisetas con el mapa de China o pegatinas con la bandera roja del país en brazos y mejillas.

Pero, detrás de esta euforia deportiva, se encuentran los sacrificados. Disidentes, activistas religiosos, peticionarios por las expropiaciones y miembros del movimiento de inspiración budista Falun Gong, entre otros, han sido detenidos, sometidos a vigilancia en sus domicilios o expulsados de la ciudad para evitar problemas.

El Gobierno ha hecho del gran acontecimiento una vitrina del progreso experimentado por China en las tres últimas décadas y de la estabilidad y la armonía que reinan dentro de sus fronteras. Nada más lejos de su deseo que los 30.000 periodistas que hay estos días en Pekín puedan tener acceso a las voces disonantes.

El caso más relevante es el de Hu Jia, gran crítico del régimen chino, que fue condenado en abril a tres años y medio de cárcel "por incitar a la subversión del poder del Estado", el cargo utilizado habitualmente. Su esposa Zeng Jinyan, que se encontraba sometida a vigilancia domiciliaria, dejó de tener contacto el 7 de agosto con sus amigos y familiares, quienes creen que fue arrestada. La policía le había ordenado que dejara la ciudad antes de la competición.

Hua Huiqi, un prominente activista religioso, fue interceptado el domingo pasado cuando se dirigía al servicio religioso al que asistió el presidente estadounidense, George W. Bush. Según contó al grupo Derechos Humanos en China (HRIC, por sus siglas en inglés), siete u ocho agentes de paisano les detuvieron a su hermano y a él, les introdujeron en dos coches y le amenazaron con romperle las piernas si intentaba ir a la iglesia. Los agentes soltaron poco después a su hermano y él escapó cuando sus captores se quedaron dormidos.

La policía ha expulsado en paralelo, desde hace meses, a los peticionarios que habitualmente acuden a la capital para plantear quejas sobre la corrupción en sus provincias.

"Es natural que China se sienta orgullosa de mostrar su país y los logros alcanzados. Lo triste es que esto se ha hecho a costa de la mayoría. China tiene 1.300 millones de habitantes, pero la mayor parte de los extranjeros sólo tiene contacto con los profesionales, con la clase acomodada. Hay otro lado totalmente distinto que los medios de comunicación no verán, gente que ni siquiera sabe que ha sido abandonada porque la vida siempre ha sido así", dice Jerome F. Keating, escritor y ex profesor universitario, residente en Taiwán; "el orgullo nacional es una cosa. Otra es edificarlo a costa de tantos, no sólo tibetanos, miembros de Falun Gong y uigures

[minoría musulmana del oeste de China]". Al menos, 30 disidentes se hallan sometidos a restricciones durante los Juegos -desde ser seguidos de modo constante a estar detenidos-, según HRIC. Entres ellos, figuran también los abogados Teng Biao y Li Fangping. Todos ellos han sido advertidos que no hablen con periodistas extranjeros.

El Gobierno lo niega. "En China, nadie es perseguido o puesto bajo detención domiciliaria por hablar. Sólo quien rompe la ley es castigado", dice Qin Gang, portavoz del Ministerio de Exteriores. "Los chinos gozan, según la ley, de libertad de expresión y otros derechos".

La presión policial ha afectado incluso a quienes han intentado seguir el cauce establecido para manifestarse en algunos de los tres parques designados al efecto durante los Juegos. Ji Sizun, de 58 años, de la provincia costera de Fujian, que acudió a Pekín y solicitó permiso para protestar contra la corrupción, fue detenido tres días después de cursar la petición. De momento, no consta que los tres parques hayan acogido alguna manifestación. En su lugar, sí ha habido varias protestas aisladas en otros puntos de Pekín por parte de activistas extranjeros, que han sido rápidamente detenidos y expulsados de China.

Policías chinos detienen a un activista que protesta por la situación en Tíbet.
Policías chinos detienen a un activista que protesta por la situación en Tíbet.REUTERS

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