"Hay padres que duermen con pestillo por miedo a sus hijos"
Gema García es desde hace cinco meses la coordinadora de la sección de menores de la Fiscalía de Valencia. Ha sido el relevo natural de Teresa Gisbert, actual fiscal jefe provincial de Valencia y anterior coordinadora de Menores. Defiende una ejecución progresista de las medidas de reforma y protección de menores, apuesta por la transparencia, se propone la estrategia de la prevención como herramienta contra algunas de las situaciones más dramáticas a las que tiene que dar respuesta. El absentismo escolar se le antoja un síntoma sólido de problemas que pueden llegar a ser graves. Está empeñada en convertir su sección en un espacio de referencia para padres que sufren la violencia de sus hijos.
"Quiero que los padres sepan que la Fiscalía está para ayudarles"
"Hay niños que tienen castigados a sus padres, que les ponen horario"
"Rebajar la edad penal a los 12 años también es preventivo"
Pregunta. ¿Qué ha priorizado al frente de Menores?
Respuesta. Los juicios en ausencia y la lucha contra el absentismo escolar, que se han convertido en una prioridad. Un proceso que antes duraba seis meses o un año ahora dura en fiscalía una semana.
P. ¿Es tan común el absentismo escolar? ¿Qué revela?
R. Hay dos cuestiones. Una es la falta de escolarización, que el niño nunca haya estado matriculado. Ese es un tema evidente de dejación de las obligaciones de los padres. Y la otra es que el niño esté escolarizado pero comience a no asistir al centro. En este caso, de lo que se trata es de valorar si es continuado o intermitente. Para mí, quienes deben recibir el toque de atención son los padres. El supuesto teórico de que el causante del absentismo sea el menor, y que los padres demuestren buena voluntad y soliciten ayuda a nosotros, no nos llega. Desde marzo, se han abierto en esta fiscalía alrededor de 80 diligencias de investigación y eso se ha traducido, aunque no lo puedo precisar, en un número importante de denuncias en los juzgados de instrucción. La educación es fundamental. Hay un dato indiscutible: un 90% de los chicos que llevamos a juicio presentan problemas de absentismo y fracaso escolar. Si lo atacamos, si impulsamos el ingreso del menor en un entorno normativizado, probablemente se mitigue la delincuencia juvenil.
P. Señala como muy grave la incidencia de los casos de violencia de hijos a padres, ¿cuál es? ¿De qué violencia hablamos?
R. Es más grave incluso que la violencia de género. Uno quiere mucho a su pareja, pero quiere muchísimo más a sus hijos. Si cuesta que una mujer denuncie a su pareja, cuesta muchísimo más que los padres denuncien a los hijos. Tenemos casos de padres que duermen con pestillo porque tienen miedo de lo que sus hijos les puedan hacer.
P. ¿Cómo actúan los padres?
R. Mientras piensan que pueden controlar la situación, no vienen. Primero acuden a profesionales porque piensan que hay un problema psicológico, luego a familiares y amistades. Y a partir de que se inician las agresiones, aguantan. Aguantan empujones, patadas, puñetazos, pueden llegar a darse auténticas palizas y la utilización de armas blancas.
P. ¿Hay algún patrón?
R. No. Lo único cierto es que no hemos tenido ninguno de familias de etnia gitana. Creo que es cultural, por el respeto que desarrollan a los mayores. Pero en los demás, nada tiene que ver ni el barrio, ni la condición, ni la situación económica. Hemos tenido gente con nivel cultural alto, con posibilidades económicas muy buenas, gente sencilla.
P. ¿A qué obedece?
R. Es un cambio de mentalidad en la gente joven, facilidad para obtener todo lo que quieren, lo que lleva a una baja tolerancia a la frustración. Hay una carencia de empatía hacia los padres, no tienen en cuenta el sufrimiento que puedan causarles. Nos hemos encontrado casos de niños que tienen castigados a sus padres, les tienen puesto horario, les pegan si la comida no está a tiempo. La gente tiene que saber que hay conductas que no se deben tolerar. Quiero que los padres sepan que la Fiscalía está para ayudarles, antes de que se den esas situaciones.
P. ¿Qué desencadena una situación tan límite?
R. Un amor mal entendido. Uno piensa que será mejor padre y más querido si les da todo lo que ellos piden. Negarse no significa que no se les quiera. Es necesario que haya pautas, límites. Los niños lo agradecen porque necesitan saber en qué carril tienen que ir y a qué destino tienen que llegar, qué se espera de ellos, cuáles son las expectativas de los padres, que exigencias van a tener, qué premio van a recibir. En el momento en el que se difuminan los márgenes de autoridad dentro de la casa, el niño se hace con todo el poder. Ha habido padres que le han puesto un piso al hijo, menor, o que se han ido y le han dejado la casa.
P. ¿Cómo se explican eso a sí mismos?
R. Se produce un proceso parecido al del divorcio, sentimentalmente me desvinculo de mi hijo y le doy el máximo patrimonio que tengo, mi casa.
P. ¿Cuántos casos ha tenido la fiscalía?
R. El año pasado 512. De esos, 98 son de menores que tienen entre 12 y 14 años. Es raro el día que no entra un caso de violencia intrafamiliar.
P. ¿Hay padres que hayan venido a pedir que alguien se haga cargo de ellos?
R. Sí. En esos casos se valora el porqué. Si el origen es que el menor ha estado cometiendo actos delictivos, se le puede abrir un proceso penal, imponerle una medida. Y si resulta que es una situación de adolescencia rebelde, el niño ingresa en un centro de protección, en el que está poco tiempo porque los padres tienen recursos con familiares o con amigos, y porque cuando están tres o cuatro días internados, los padres van a buscarlo, no lo pueden evitar, es su hijo, y lo quieren. Éstas son situaciones que cada vez se dan más, cada semana tenemos uno o dos casos. Por eso es importante trabajar la prevención, por eso la lucha contra el absentismo escolar, un niño que va al colegio, que está acostumbrado a que le mande el profesor, que comparte, que tiene obligaciones, difícilmente es un maltratador. El absentismo escolar revela muchas cosas.
P. ¿Por eso defiende la rebaja de la edad penal a los 12 años?
R. No solo. Estos casos son los más graves. Es un tema muy polémico, hay gente que entiende que no es progresista. No estoy de acuerdo, soy de la Unión Progresista de Fiscales, y considero que sí se debe rebajar porque hay, por ejemplo, casos de agresiones sexuales de menores de 14 años, porque hay un volumen muy alto de delitos contra la propiedad de menores de esa edad. El procedimiento penal de menores es muy elástico, evoluciona con el menor. Es una posibilidad de trabajar con menores que cometen hechos leves o graves, que pueden llegar aquí con 14 años y ya diez detenciones, que no aprovechamos. Rebajar la edad penal de los menores también es preventivo.
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