Víctor Hugo Rascón Banda, dramaturgo mexicano
Sus obras retrataron con fidelidad la realidad de su país
Uruáchic es un pueblo minero de la sierra de Chihuahua, estado norteño de México. Allí nació el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda en 1948 y el destino familiar le tenía escriturado un trabajo bajo tierra, pero salió de allí y comenzó a escribir la obra de su vida. Se tituló como abogado, pero el arte, la política cultural y de la otra, le ganaron.
Alguien ligado a él, otro teatrero, Luis de Tavira, le dedicó una impecable descripción: "Crítico lúcido de nuestras miserias políticas, cómplice solidario de todas las causas del arte y la cultura".
La leucemia acabó con su vida el 31 de julio, con 59 años y en medio de una fructífera carrera. "Pudo asirse a la vida por gracia de la escritura y fue capaz de transformar en drama la escena misma de su propia muerte. Ese es el destino de la palabra, es el vestigio del otro en la memoria". Con esas palabras le acompañó entonces De Tavira.
Desde el norte llegó a la ciudad de México donde se convirtió en destacado actor de los tribunales. Pero su escenario era el teatro. En 1979 tenía ya su primera obra: Voces en el umbral, una historia de la vida de su tierra natal, que involucraba a dos mujeres, una alemana y una tarahumara, indígena de la sierra de Chihuahua.
Los ilegales fue la primera de sus obras que montó. Se convirtió en un éxito instantáneo. La lista de sus creaciones (teatro y cine) es amplia: Contrabando, Salón Plaza, La maestra Teresa, Días difíciles, Morir en el golfo,Playa azul, Jóvenes delincuentes y La muerte del padre Pro son parte del retrato de México que pintó en los escenarios.
"México se ha quedado sin uno de sus grandes retratistas. Rascón Banda realmente pudo describir con una gran fidelidad y con una enorme capacidad crítica a la sociedad mexicana", comentó sobre el dramaturgo Gonzalo Celorio.
Su talento reconocido dio frutos: recibió premios como el Ramón López Velarde 1979, Teatro Nuestra América (1981), Juan Ruiz de Alarcón (1993) y Rodolfo Usigli (1993) y la medalla Xavier Villaurrutia, que le otorgó la comunidad artística mexicana en reconocimiento a su trayectoria.
Escribió más de medio centenar de obras, participó en incontables acciones políticas y sociales y, con una pasión reconocida por todo mundo, dirigió la Sociedad General de Escritores de México, semillero de creadores. En julio pasado ingresó como miembro de Número de la Academia Mexicana de la Lengua. Sus funerales reunieron a viejos y nuevos creadores, todos reconocidos admiradores del dramaturgo.
Para Rascón Banda, su pasión por el arte tenía muchas razones. En marzo de 2006 leyó un mensaje en la Unesco, que tituló Un rayo de esperanza. En este fragmento del mismo explica su pensamiento: "El teatro conmueve, ilumina, incomoda, perturba, exalta, revela, provoca, transgrede; es una conversación compartida con la sociedad. El teatro es la primera de las artes que se enfrenta con la nada, las sombras y el silencio, para que surjan la palabra, el movimiento, las luces y la vida... El teatro es un hecho vivo que se consume a sí mismo mientras se produce, pero siempre renace de las cenizas. Es una comunicación mágica en la que cada persona da y recibe algo que la transforma... El teatro refleja la angustia existencial del hombre y desentraña la condición humana. A través del teatro, no hablan sus creadores, sino la sociedad de su tiempo...".
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