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Reportaje:PEKÍN 2008 | Juegos de la XXIX Olimpiada

Controvertidas cenicientas

90 deportistas de países sin medios son invitados por el COI

Hay cosas que es mejor no dar por sentadas. Jugar al tenis en estadios con miles de espectadores, por ejemplo. "Cuando llegó el momento del sorteo, el juez de silla lanzó la moneda al aire", relata con su queda voz el salvadoreño Rafael Arévalo, número 447 del mundo. "Miré hacia arriba, y donde siempre veo el cielo, sólo vi gente. Nunca había jugado en un estadio así".

Arévalo empezó a jugar en Sonsonate, El Salvador, donde las dos pistas del club de playa que frecuentaba no tenían ni las distancias reglamentarias. Una beca le llevó hace tres años a Barcelona. Y una invitación, la de la Federación Internacional, hasta su partido contra Roger Federer: ayer, en segunda ronda del torneo olímpico, Arévalo pudo pedirle al suizo una camiseta "para que se animen los chavales salvadoreños". Perdió (6-2 y 6-4), pero él y otros 89 deportistas han cumplido el sueño olímpico gracias al programa de invitaciones del COI, que favorece a países pequeños, sin medios y subrepresentados en los Juegos.

No se sabe cuánto durará el invento. Jacques Rogge, presidente del COI, expresó su desaprobación ya hace cinco años. Rogge vivió con disgusto uno de los grandes momentos de Sidney 2000: el guineano Moussambani estuvo a punto de ahogarse entre los gritos de ánimo del público cuando tardó 1m 52,72s en nadar los 100 metros. El mandatario tachó aquello de bochornoso. En Pekín, donde Michael Phelps vuela y mata en el Cubo de agua, no se ha repetido. Oportunidades, sin embargo, sí que ha habido.

"Sólo tenemos piscinas exteriores, sin calefacción y de 25 metros de largo", explicó Yona Walesi, del equipo de Malawi. "Venir aquí fue un reto para nuestros nadadores. Experimentaron calambres y dolores de cabeza, además de sentir mucha presión. Sentimos como si nos hubiéramos colado en los Juegos. Nos decimos continuamente: 'Estamos aquí, estamos aquí", añadió. No fueron las únicas naciones que descubrieron los bañadores ultrarrápidos de Speedo y Arena, los servicios de los masajistas, o la gran ventaja de las piscinas climatizadas. Burkina Faso, Zambia, Azerbayán o Ruanda, todos ellos países con instalaciones más que precarias -la palestina Hamza Abdu, por ejemplo, sólo puede entrenarse en media pileta-, también recibieron invitaciones.

La egipcia Sherine El Zeiny se convirtió en la única africana en gimnasia artística gracias al programa de invitaciones. Eli Mambwe, de Zambia, enorgulleció a su federación de bádminton. Y las primeras rondas de los 100 metros de atletismo estarán copadas de velocistas desconocidos y con marcas sonrojantes. "Son plazas elegidas por una comisión tripartita: el COI, el Comité Organizador de los Juegos, y la Federación internacional de cada deporte", explica un portavoz de la Federación Internacional.

Arévalo llegó hasta Federer tras ganar a uno de los 100 mejores del mundo, el coreano Lee Hyung-Taik, número 96. Su victoria, seguida con ojos emocionados por la mitad de los 11 deportistas salvadoreños presentes en los Juegos, fue impulsada por un sueño. "Si gano este partido', me dije, 'podré sentir la bola del número uno del mundo". Lo consiguió, y se llevó una ovación mientras se despedía de la pista tocándola con sus manos. Al mirar al cielo sólo había visto personas.

Roger Federer abraza a Rafael Arévalo tras el partido de ayer.
Roger Federer abraza a Rafael Arévalo tras el partido de ayer.AFP

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