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Reportaje:PEKÍN 2008 | Esgrima y piragüismo

La espada comprometida

Alemania, preocupada porque Duplitzer, ferviente defensora de Tíbet, denuncie la violación de los derechos humanos en China

Imke Duplitzer, plata por equipos y diploma olímpico en individual en Atenas 2004, empieza hoy a competir con una espada en la mano. El Comité Olímpico Alemán tiembla ante la posibilidad, real, de que suba al podio. Y es que Duplitzer, que no tuvo reparo alguno en confesar abiertamente su homosexualidad, no es una atleta al uso. Nacida en Karlsruhe en 1975, estudió ciencias políticas y escribe en el Taz, diario de la izquierda radical alemana, columnas de alto contenido social, al tiempo que trabaja como militar, una fórmula muy común en Alemania para enmascarar las subvenciones a los atletas de élite. En su caso, choca con un ideario político que la ha convertido en firme defensora de los derechos humanos. Ha encabezado protestas contra la invasión de Tíbet y manifestaciones de repulsa al régimen de Hu Jintao, apenas unos meses antes de instalarse en la Villa Olímpica.

Duplitzer no asistió a la ceremonia inaugural porque sólo la idea de desfilar ante el presidente Hu Jintao la ponía enferma. "No soy la única que piensa así, pero los deportistas temen las consecuencias de pronunciarse públicamente y por eso prefieren callarse. Yo no tengo problemas en decir lo que pienso", ha declarado. Y lo que piensa está claro: "Estamos en China porque esto es un negocio. El COI debería reconocerlo y estar atento a que no se pierda la magia olímpica". Avisa de que no se cree nada del discurso oficial, eso de que los Juegos supondrán un punto de inflexión en el inmenso país asiático. "El COI ha tirado semillas en un desierto y cree que van a crecer. Saben que no es cierto: no van a dejar que los campesinos trabajen el campo", explica. En su denuncia, todo está muy razonado. "Ahora, en China hay dos mundos, el de la fachada brillante, con los mejores deportistas y el de verdad, de la gente que vive aquí".

Como deportista, le gusta estar en Pekín, pero eso no puede cambiar su opinión sobre un régimen político al que señala por no respetar los derechos humanos. "Dije, y lo mantengo, que no tengo nada en contra de los 1.300 millones de chinos, sólo contra el millón que se aprovecha de este sistema político". No se siente perseguida, pero denuncia que, a principios de los Juegos, hubo una reunión interna del comité organizador y el alemán: "Discutieron sobre lo que pasará si gano una medalla: les preocupa que pueda decir algo contra el sistema en la conferencia oficial", explica esta amante de la cocina y de los viajes en moto. "Sólo soy una deportista, un muñeco profesional que debe divertir al mundo siguiendo los consejos del COI. Debo portarme bien, sé lo que puedo y lo que no debería hacer".

Jorge Pina se lamenta tras perder el combate frente al francés Nicolás López.
Jorge Pina se lamenta tras perder el combate frente al francés Nicolás López.EFE

Pina y Martí: maneras de perder

Jorge Pina y Jaime Martí lucharon por una medalla en sable individual. Perdieron en cuartos; uno contra el francés López (15-10) -"nada que decir, fue mejor", dijo Pina- y el otro frente el chino Zhong Ma (15-14), choque dramático, decidido con un final agónico. "Nunca debimos llegar al 14-14", se lamentó Martí, que terminó cojeando por una lesión en el tobillo y tan pendiente de los árbitros como del chino, un rival de estilo "raro y complicado". "He tratado de librar por debajo y me ha enganchado la cuarta y adiós".

El chino ganó el oro y el francés la plata. Y es que hay maneras y maneras de perder, y la de ayer resultó honrosa, triste y también inolvidable, en especial la de Martí, que luchó contra un gran tirador chino y contra el criterio del árbitro en un deporte en el que se ha dejado la piel desde los cinco años. Fue con esa edad cuando su hermana Bárbara le apuntó en la escuela de Raúl Peinador en Villanueva de la Cañada. Bárbara estaba ayer en la grada con otros 17 miembros de la familia. Y sobre todo, estaba Ana, su novia, que lloraba desconsolada: "Hace cuatro años que no vamos de vacaciones, que no salimos ni los fines de semana entre la esgrima y mi carrera, que me quedan cuatro en Ingeniería Industrial".

Y estaban dos niñas preciosas, con vestido rojigualda, Cándida y Lucía, sus sobrinas, que ayer aprendieron que hay maneras y maneras de perder, y que su tío Jaime y Jorge Pina protagonizaron una mañana inolvidable en Pekín.

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