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Entrevista:SOLEDAD PÉREZ RODRÍGUEZ | Directora del Instituto de la Mujer | Mujeres en vanguardia

"La soledad del defensor de oficio"

Ha cerrado los ojos. Como para rechazar un mal recuerdo. Cuando los abre, su rostro refleja tristeza. No es para menos.

Fue horrible. Una experiencia traumática. Durísima.

Soledad Pérez Rodríguez (Melilla, 1964) es hoy directora del Instituto de la Mujer (IAM). Pero hace unos años tuvo que defender a un hombre que había asesinado a su mujer.

Son gajes del oficio. Entonces, Soledad era abogada. Por turno de oficio le tocó hacerse cargo de la defensa de un maltratador y asesino.

No podía renunciar. El Colegio de Abogados nos advirtió: había habido dos renuncias ya y no admitía una tercera.

Como jurista, Soledad tenía claro que "todo el mundo tiene derecho a un juicio con las mejores garantías procesales". Era uno de los primeros juicios con jurado de Córdoba. La letrada Pérez Rodríguez intentó, como era su obligación, "encontrar un resquicio que permitiera hallar algún argumento de defensa". No lo había. "Al final llegas a la conclusión de que la mató porque quería hacerlo y sanseacabó".

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"Perdí un juicio como abogada de un maltratador y me sentí frustrada"
"De joven no eres consciente de las dificultades que tendrás para ascender"

El maltratador fue condenado. La letrada Pérez Rodríguez perdió el juicio. ¿Pena o alivio?

"Profesionalmente, me sentí frustrada. Como persona y como mujer, sentí alivio".

Ha acabado el mal rollo. Sentada en un despacho a medio instalar en el Instituto Andaluz de la Mujer, del que es directora desde el 13 de mayo, esta mujer trigueña de 44 años, melena lacia, vestida con un cómodo y fresco conjunto de pantalón y blusa negro, y con un reloj y un anillo por todo adorno, recupera la sonrisa. Una sonrisa que a veces es carcajada. Porque Soledad Pérez Rodríguez tiene una envidiable capacidad de comunicación. Producto de su itinerante vida como hija de militar.

Melilla, El Aaiún (Sáhara), Tenerife, Huelva, Málaga, Madrid. Son las cuentas del rosario de destinos que tuvo su padre, comandante de Infantería. ¿Le creó algún tipo de trauma el continuo cambio de amigos, de barrio, de colegio?

"En absoluto. Al contrario, me hizo una persona muy adaptable".

¿Tampoco le afectó la vida en pabellones militares? Fuerte carcajada: "¡Qué va! ¡Yo iba del pabellón a la manifestación!". En efecto, la joven Soledad vivió en Huelva y Málaga la explosión autonomista de Andalucía. Y afirma que no se perdía una manifestación.

Los recuerdos de su vida familiar son más jocosos que traumáticos. "Hoy todavía le recuerdo a mi padre la gracia que nos hacía a mí y a mis dos hermanos que cuando nos castigaba nos decía: ¡quedáis arrestados!".

Aún adolescente se le despertó la pasión por el Derecho. Ni a ella ni a sus hermanos se les pasó por la cabeza seguir la tradición militar paterna. Tampoco el padre lo sugirió. Dos estudiaron Derecho, el tercero, ingeniería. "Desde jovencita dije que quería ser abogado. Tenía muy claro el concepto de lo que es justo y lo que no es".

"Me tocó vivir una época de reformas sociales y políticas. Seguía los debates sobre la Constitución. En mi casa tenía un ejemplar y lo leía. El 82 fue mi año: cumplí 18 años, ingresé en la Universidad y voté por vez primera en octubre, al PSOE, claro".

¿Era buena estudiante? "Normal. No era la típica empollona", afirma. Sacaba los cursos con holgura y cuando sabía que ya aprobaba, dedicaba su tiempo libre a otras actividades: el cine de la facultad, los museos de Madrid, la lectura, sobre todo de novelas y temas históricos.

Termina en el 88 y a los dos meses, con 24 años, está trabajando de jefa de personal en una empresa de mensajería. Le seduce el mundo de la empresa. Y decide hacer un master en Administración de Empresas en Córdoba. ¿Por qué en Córdoba, la ciudad que va a marcar su futuro personal, profesional y político?

Era imposible acceder a uno en Madrid. Había una eclosión de yuppies. Todos querían hacer un master.

Se especializa en Derecho Mercantil. Le gusta. Trabaja dos años como auditora júnior en un importante despacho cordobés. ¿Un mundo aparentemente reservado al hombre?

"Sí, un mundo muy masculino. Pero cuando eres joven y tienes muchas ganas de trabajar, no eres consciente de las dificultades que vas a tener para acceder a determinados puestos".

Pero el subconsciente debía estar trabajando. Porque deja ese despacho e ingresa en el de una compañera, María Luisa Bonilla. Allí no sólo se ocupa de asuntos mercantiles.

"Llevábamos muchas suspensiones de pagos. Eran tiempos de crisis. Se habían terminado las grandes obras de la Expo".

¿La de ahora es peor?

Responde que no. Y parece muy segura:

"No. Aquella fue mucho peor. Me refiero a Andalucía. Afectó no sólo a las grandes constructoras, sino a las pequeñas y medianas, a los que tenían maquinaria de transporte de tierras, que tenían una gravera...".

El despacho le abrió los ojos a otros mundos: por un lado, al personal. Se casó. Y al social: fundó como asesora jurídica la Asociación Cordobesa de Apoyo a Empleadas de Hogar Opción Luna. Conoció a militantes del PSOE. La animaron y se afilió. Era 1997. Fue, como sigue siendo en su trabajo actual, una militante muy activa. "Si tienes inquietudes, no necesitas esperar a que te lo monte todo el partido".

Es en esos años cuando el turno de oficio le hará una marca en su memoria para siempre. Defiende al maltratador. Pero fue de los pocos juicios que perdió: "Yo era una buena abogada, me lo curraba mucho". Buena y también crítica con los fallos del sistema. Por eso aceptó el nombramiento como Delegada de la Consejería de Justicia en Córdoba, en el año 2000. "No me sentí frustrada por abandonar la abogacía. Pensé que desde la Delegación podía hacer algo más para mejorar la administración de Justicia".

Llega el momento de las fotos. En la plaza del Cristo de Burgos. Al lado de la sede del IAM. Bajo la sombra de un enorme ficus macrophylla, que fue sacado del parque María Luisa hace 83 años. Vence como puede su timidez ante la cámara.

Una timidez que en absoluto aparece cuando de trabajar se trata.

La directora del Instituto de la Mujer, Soledad Pérez Rodríguez.
La directora del Instituto de la Mujer, Soledad Pérez Rodríguez.JAVIER BARBANCHO

"La mujer busca lo que más le ilusiona"

Apenas si ha cumplido dos meses al frente del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) y ya tiene claro que esta experiencia debería ser obligatoria para todas las mujeres que se dedican a la política. Por lo mucho que enriquece. ¿Cómo andamos de igualdad?

"Estamos en un momento de falsa imagen de la igualdad".

Soledad Pérez Rodríguez reconoce que hay dos leyes de igualdad (española y andaluza), altos niveles de incorporación al mundo laboral, empresarial y político, paridad en determinados organismos. Pero...

"Luego está el día a día. La mujer que vive en un pueblo, con poco acceso a la formación, al empleo. Las estadísticas muestran que sigue habiendo desigualdad en empleo y en salario".

En la política se ven ya muchas caras de mujer. En la empresa, menos. ¿Pervive el machismo?

"No sé si es la palabra adecuada. Muchas veces se reproducen roles en el mundo de la empresa, que a lo mejor no se hace conscientemente por machismo, para impedir el acceso a la mujer".

Pero se les impide. Y por ello desde la Administración, en su caso desde el IAM, "debemos detectar donde están esas desigualdades y desarrollar una acción positiva para romperlas".

Tiene claro su objetivo para estos años: que las mujeres jóvenes, que ya se han criado en igualdad, sigan viendo que el IAM es necesario en su vida diaria. Ofrece un dato interesante: las mujeres universitarias acceden más rápido al mundo de la empresa por cuenta propia que como asalariadas. ¿Pero es más arriesgado, no?

"La mujer no siempre busca lo más cómodo, sino lo que más nos ilusiona. Ser tu jefa, montar tu negocio, identificarte con lo que haces, te motiva más. Eso lo están haciendo muchas mujeres. Incluso sacrificando lo que puede representar de tranquilidad un empleo y un horario fijos".

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