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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La hora de Karadzic, la hora de la ONU

El que no se repitan los delitos de genocidio y de lesa humanidad pasa necesariamente por la concienciación y la vivencia cercana del dolor de las víctimas y por la celebración con la máxima publicidad de un juicio justo para el líder serbobosnio durante la guerra de la antigua Yugoslavia.

Somos muchos los que pensábamos que tras el exterminio judío durante la II Guerra Mundial, un horror como aquel nunca más volvería a producirse en Europa, y, sin embargo, 50 años después vivimos idéntico episodio en el corazón del continente. La sempiterna debilidad de la comunidad internacional representada por los cascos azules holandeses consintió la masacre de Srebrenica y esa responsabilidad debiera hacerse efectiva, entre otras, en este proceso penal contra Karadzic. ¿De qué manera? Los familiares de los asesinados, torturados y desterrados no encontrarán justicia si ésta se limita a un veredicto condenatorio, puesto que además tendrían que ser indemnizados por tanto daño sufrido.

Parece evidente que el patrimonio del acusado, de ser condenado, no alcanzará para cubrir esas eventuales responsabilidades civiles, por lo que, en puridad, la cobertura de esas reparaciones pecuniarias tiene que asumirla las Naciones Unidas. Sí, ya sé que su situación económica no es precisamente boyante; ahora bien, sucede que dicha contingencia no sirve de excusa para quienes, en su condición de garantes del Derecho Internacional, abandonaron a su suerte a una comunidad que siempre confió en una protección que nunca llegó.

Es la hora de Radovan, es la hora de la ONU, juzgar a uno de sus máximos responsables y reparar económicamente a los perjudicados. La justicia terrena no conoce otra fórmula.

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