El Santander estudia la venta de la gestora de patrimonios
Templeton, JPMorgan y State Street están interesados
Hay días que toca comprar y otros en los que hay que vender. Después de lanzar la oferta sobre Alliance & Leiscester, el Santander busca cómo sacar el máximo provecho a las diferentes áreas de negocio que no considera estratégicas. La estrategia es vender esta división, obtener liquidez a cambio, reducir la exigencia de capital y poder ofrecer un producto más completo a sus clientes.
Una de estas áreas de negocio, para el Santander, es la de gestión de activos, que agrupa a los fondos de inversión, fondos de pensiones, sociedades de cartera, fondos inmobiliarios, entre otros. La globalización de los mercados ha hecho que gestionar dinero sea cada vez más complejo, por lo que los grandes jugadores mundiales son los que mejor lo pueden hacer. Para un banco europeo siempre es más difícil la gestión del área del dólar, aunque tenga controlada la del euro. Este es el caso del Santander.
Por eso, el banco presidido por Emilio Botín negocio con los grandes gestores mundiales (como Templeton, JPMorgan, State Street, entre otros) la venta de fábrica de productos, que es donde se diseñan. Sin embargo, se queda con la red de distribución, que son las oficinas y los clientes. Así, el gestor con el que se cierre la operación pagará por la fábrica y también abonará una comisión por los productos que se vendan en las oficinas. A cambio, el gestor eleva mucho el patrimonio que controla y abarata los costes.
Según la memoria de 2007, el Santander gestionaba 131.163 millones. El margen ordinario fue de 410 millones y logró un beneficio bruto de 243 millones, un 8,1% más. Este negocio generó para el grupo un volumen total de comisiones de 1.891 millones, un 5,9% más.
El año pasado, la entidad concentró las estructuras del Reino Unido, propiedad del Abbey, bajo la marca única de Santander Asset Management. En el cuarto trimestre, el Santander vendió el negocio de las gestoras de pensiones obligatorias de Latinoamérica. "La creciente presión sobre los márgenes, unido a la necesidad de mayores inversiones comerciales, disminuyeron la posibilidad de alcanzar sinergias y mejorar la aportación al grupo". Ahora, la situación se generaliza para todo el negocio de las gestoras.
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