Un "tramposo" menos
Beltrán asegura que es perseguido por haber sido un hombre de Armstrong mientras la dirección de la carrera pide relativizar su dopaje por EPO
Hacia España, dejando al Tour sobresaltado, partió ayer Manuel Triki Beltrán después de ser expulsado de la ronda francesa. El corredor español, primer positivo por EPO en este Tour, pasó la tarde del viernes en comisaría, donde declaró durante dos horas, y regresó al hotel de su equipo a eso de las once de la noche. Ayer por la mañana hizo su maleta y se marchó al aeropuerto de Toulouse, bajo una lluvia incesante. Porque la tormenta que desencadenó, "un rayo en un cielo sereno", decía, poético, el jefe de prensa del Liquigas, no ha hecho más que empezar.
"No le habíamos pedido que ganara el Tour; no hay excusas para lo que ha hecho", declaró enfadado Roberto Amadio, director deportivo del equipo italiano, que está pensando incluso en pedir al corredor una indemnización por daños de imagen. "Está escrito en el contrato que ha firmado", aclaró. Beltrán se justificó el viernes con él, diciéndole que era imposible que los análisis hubiesen dado positivo.
"Se ha comportado como un listo que cree poder saltarse las señales", dice Piepoli
El Tour ha decidido finalmente que hablar de dopaje es malo para su negocio
La policía aseguró ayer que no encontró nada en las pesquisas realizadas en la habitación del ciclista español. Y él, ya en su camino de vuelta a casa, pidió respeto, dijo sentirse víctima de los fantasmas que persiguen a Lance Armstrong, se desvinculó de todo lo ocurrido, desvinculó también a su equipo y se mostró optimista y confiado en el contraanálisis. "Ruego que se respete mi presunción de inocencia hasta tener el resultado de la muestra B que he pedido", exigió a través de un comunicado.
A sus 37 años, el ex gregario del suizo Tony Rominger, del español Abraham Olano y del estadounidense Armstrong, se siente injustamente atacado. Se siente víctima de un complot. Nada de asumir sus responsabilidades. Nada de sentarse y decir "me he equivocado, lo siento". Nada de eso. "Con la edad que tengo, no me voy a comportar como un idiota. Van a por mí por haber estado con quien he estado", confesó a su entorno después de que le comunicaran su positivo por EPO. Y cuando habla de "haber estado" se refiere al boss, a Lance Armstrong, al siete veces ganador del Tour con el que compartió equipo desde 2003 hasta 2005. El tejano ha sido siempre una de las bestias negras de la carrera francesa, y Beltrán está convencido de que está pagando por él, que han vuelto los fantasmas.
En el pelotón se tomaron la noticia con sorpresa. Algunos pensaron que era una broma. Otros puede que incluso se alegraran de que Triki abandonara la carrera -no tiene muchos amigos entre los corredores actuales, y es conocido como el manubrio por su afán de utilizar el manillar como si fuera un codo, por su predisposición a la pelea, a la bulla, a discutir con cualquiera que se le cruce-. Y los veteranos, como Leonardo Piepoli, 36 años, uno de los que vivió la época negra del Tour del 98, cuando el caso Festina, las pesquisas, los ciclistas tratados como criminales, está dolido y enfadado. "Yo no sé si tiene que ver con la edad, o tiene más que ver con la forma de ser de cada uno. Beltrán ha hecho una cazzata
[algo así como liarla bien grande]... Se ha comportado como el listo de turno que se sube a una moto y se cree que puede saltarse las señales", comentaba ayer el ciclista italiano antes de pasar por el control de firmas. "Y claro, ahora nos jode a todos: vuelta a empezar, dopaje, controles, el ambiente bajo sospecha...", se lamentaba Piepoli.
Lo de vivir bajo sospecha constante es lo que temen todos, después de un Tour que había tenido un comienzo tranquilo, en el que todos se negaban a pronunciar la palabra dopaje, como si ya perteneciera al olvido. Algo de otros tiempos y de otros deportes. Es lo que sigue pensando la dirección de la carrera francesa. Y así lo dijo su voz más acreditada, la de Patrice Clerc, presidente de ASO, la sociedad que organiza el Tour. "Hay que mantener la calma y relativizar las cosas, no mediatizarlas tanto. Ha caído un tramposo como caen en otros deportes. Pero en esos otros no veo que haya terremotos por ello". Caso aislado, un tramposo menos... El Tour, que otros años, como en 2007 con Rasmussen, lanzó la caza de brujas, ha decidido, finalmente, que hablar de dopaje es malo para su negocio.
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