Un defensa contracultural
Lahm rompe con la tradición germana de laterales potentes simbolizada por Briegel
En el imperio de Hans-Peter Briegel, la presencia de Philipp Lahm tiene algo de contracultural. Aquél fue un tanque que avanzaba por aplastamiento desde el lateral izquierdo en los años 80 (72 veces internacional). Éste es un defensa liviano que zigzaguea describiendo diagonales hacia la luna del área (45). Entre medias, la Nationalmannschaft ha ofrecido laterales como Vogts, Karlz, Ziege, Reuter o Bertold, más potentes que hábiles. Justamente lo contrario que Lahm, que es, con 62 kilos, el segundo más liviano de la Eurocopa, tras el ruso Torbinski.
Ya puede estar agradecido el seleccionador alemán, Joachim Löw, a Lahm, un lateral diestro que rinde igual en las dos bandas. Empezó el torneo por la derecha, pero las pifias de Jansen le devolvieron a la izquierda, donde ha desarrollado gran parte de su carrera. En el momento de las dudas surgió Lahm. Alemania cayó ante Croacia (0-2) y lo pasó mal con Austria hasta que Lahm lanzó un puñado de carreras que recuperaron la fe de los prusianos.
A los 24 años, Lahm no tiene pelos en la lengua. Se metió con Franz Beckenbauer cuando el pope del Bayern criticó el juego de los alemanes. "¿De qué Beckenbauer hablamos: del que escribe en la prensa o del que dirige al Bayern?". Muniqués por los cuatro costados, vive en el centro de la ciudad. Heredó la pasión por el fútbol de su familia, entregada a un club de barrio, el Gern: la madre, Daniela, dirige la cantera; el padre, Roland, es el alma máter; su hermana, Melani, no se pierde un partido, y él se deja caer por allí cuando puede.
Tapado por Lizarazu en el Bayern, se marchó cedido al Stuttgart en 2003. Allí, a las órdenes de Felix Magath, llamó la atención del seleccionador, Rudi Völler, con quien debutó ante Croacia. Dos años después regresó a Múnich convertido en un futbolista reconocido. Jugó la Eurocopa 2004 y el Mundial 2006, en el que marcó un golazo a Costa Rica en el partido inaugural. Lahm estuvo muy cerca del Barcelona, pero Jürgen Klinsmann, el nuevo entrenador, y un sueldo de 6,5 millones brutos anuales -alcanza los 8,5 con las primas- le convencieron para quedarse.
Lahm participa en campañas antisida y en una fundación de ayuda a niños desfavorecidos: "No quiero reducirme al fútbol". Le encantan las matemáticas, el tenis, el billar y el ping-pong. Y tiene dos conejos en casa como mascotas: Milky Way y Brownie.
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