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Reportaje:

El 'Urinario' resucitado

Schwarz, autor de la réplica de la célebre obra de Duchamp, abre en el MNAC una exposición consagrada al surrealismo

"El mundo del arte está dominado por la triple y maléfica alianza de un grupo de directores de museos, críticos y coleccionistas que imponen artistas que no valen nada". Lo afirma Arturo Schwarz (Alejandría, Egipto, 1924), el historiador al que en 1964 Marcel Duchamp encargó replicar sus principales ready-made, que se habían perdido. "Entonces ni el propio Duchamp los valoró como piezas. Para él era importante el gesto, la novedad teórica de que un artista pudiera convertir un objeto cotidiano en una obra de arte tan sólo firmándolo y sacándolo de contexto", explica Schwarz, de visita en Barcelona para ofrecer hoy una conferencia (19.30 horas) con motivo de la inauguración de la exposición Duchamp, Man Ray, Picabia, que se presenta en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC).

Todos los ready-made que allí se exponen son de Schwarz, incluidos Rueda de bicicleta y la Fuente, más conocida como el Urinario, una pieza declarada en 2004 la obra más influyente del siglo XX. "A partir de las fotos de los originales, realizamos modelos tridimensionales a escala, que fueron sometidos a la aprobación de Duchamp y luego entregados a artesanos italianos para su realización. El espíritu de esta edición fue la concepción de Duchamp de su obra como una unidad indivisible y de su voluntad de que el Museo de Filadelfia, donde el magnate Walter Arensberg había depositado la mayor colección de originales del artista, pudiera tener también estas piezas".

Y así fue: se hicieron ocho ejemplares de cada uno de los 13 ready-made, Duchamp los firmó y se vendieron de inmediato. Desde entonces raramente han salido a subasta. Con alguna excepción, como la venta celebrada en 2002 por Phillips, De Pury & Luxembourg de Nueva York, en la que se ofertaron 11 ready-made y un ejemplar de Rueda de bicicleta se vendió por 1,6 millones de dólares, un precio similar al que alcanzó la Fuente, en 1999, en el Sotheby's de Nueva York.

"El panorama del arte contemporáneo es muy triste. Los artistas, especialmente anglosajones e italianos, han olvidado que la obra debe reflejar su propio yo interior y su interpretación del mundo exterior. Hoy los artistas hacen exactamente lo contrario. Gente como Damien Hirst, que expone un tiburón partido, tiene como único objetivo escandalizar y hacer dinero. En España la situación es más confortante, me parece que los artistas no han caído en la trampa del mercado", asegura con la autoridad de quien ha sido mucho más que el amigo de Duchamp.

Schwarz habla cinco idiomas, es especialista en textos sagrados de las grandes religiones monoteístas, si bien se declara ateo y anárquico, ha escrito más de 50 libros y durante 20 años tuvo una galería de arte en Milán, donde se dedicó a revaluar dadaístas y surrealistas olvidados y a dar a conocer jóvenes talentos. "Siempre me mantuve ajeno a las reglas del mercado", concluye.

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