La revolución rusa
La actuación del conjunto de Hiddink ante Holanda causa un impacto mundial
El partido Holanda-Rusia del 21 de junio de 2008, en el estadio St. Jakob-Park, de Basilea, será recordado durante muchos años. Una enorme ola de emoción recorrió el fútbol europeo. No había aficionado de a pie que no se declarara ayer impactado por lo que vio. Y tampoco los oráculos se quedaron indiferentes. "Ecos para la posteridad", escribió el diario inglés The Independent mientras que la revista estadounidense Sports Illustrated se apresuraba a afirmar que una epidemia de juego ofensivo había contagiado a las selecciones de la Eurocopa. "El mejor torneo desde México 86", sentenció.
La euforia, esa alegría universal que da ver pasar un equipo arrollador, la desató Rusia, que jugó con carácter, técnica y estilo para acabar con un rival que venía de tumbar a las dos finalistas del pasado Mundial de Alemania, Francia e Italia. La exhibición de Rusia obliga a bucear en sus raíces culturales. Y ahí se encuentra en primer lugar el Dínamo de Kiev de los años sesenta, entrenado por Víktor Maslov, cuya tradición fue desarrollada por Valery Lobanovsky en los ochenta, consolidándose el conocido como estilo soviético. En segundo lugar, es imposible escapar de la influencia del actual entrenador, el holandés Guus Hiddink, y la escuela de la que procede: el Ajax y la selección holandesa de Rinus Michels en los setenta: el fútbol total.
Arshavin deslumbra como Schuster en 1980, Platini en 1984 o Van Basten en 1988
La brillantez de la mezcla ruso-holandesa no es una casualidad
Los principios fueron muy parecidos en ambos casos: línea adelantada del fuera de juego, presión al contrario en posesión del balón y salida al ataque mediante el intercambio rápido de pases y posiciones. Ese Dínamo barrió al Atlético de Madrid en la final de la Recopa de 1986 (3-0). Y en cuanto al Ajax, conquistó tres Copas de Europa. La brillantez de la mezcla ruso-holandesa no puede ser tan sólo una casualidad si se tiene en cuenta que el Zénit de San Petersburgo, arrollador vencedor de la pasada Copa de la UEFA, también es dirigido por un holandés, Dick Advocaat.
El sistema, muy definido, necesita grandes talentos individuales para triunfar. Zavarov lo fue en el Dínamo de Lobanovsky mientras que Cruyff le dio al Ajax un encanto inigualable. Rusia, ahora, ha enseñado al mundo a Arshavin. En tan sólo dos partidos, ante Suecia y Holanda, su repercusión ha sido de tal calibre, su superioridad sobre las defensas tan evidente, que ayer los analistas buscaban otros futbolistas que llegaran a impresionar tanto en otros torneos. Los últimos fueron Schuster en 1980, Platini en 1984 y Van Basten en 1988. "Sí", opina Víktor Onopko, ex del Oviedo y ahora ayudante de Hiddink, "yo creo que practicamos el fútbol total holandés con algún recuerdo también de aquel Dínamo de Protassov, Bessonov, Zavarov, Mijailichenko..., que también estuvieron en la selección. Arshavin puede llegar a ser el mejor del mundo, pero necesita continuidad".
La mejor noticia para el rival de Rusia en la semifinal es que no actuarán por sanción ni el central Kolodin, lanzador de misiles desde larga distancia, ni el mediocampista Torbinski, el que se contorsionó en la línea de gol para embocar con el tacón izquierdo el globo desde la izquierda de Arshavin. La peor es que jugarán todos los demás. Zhirkov, por ejemplo, del que Hiddink dijo sin ninguna duda que es el mejor lateral izquierdo del torneo. Y con tan sólo 23 años. Aunque se trate en realidad de un interior zurdo del CSKA de Moscú reconvertido en lateral por necesidad. "Zhirkov ya viene destacando hace tres años, cuando ganó la Copa de la UEFA con el CSKA", explica Onopko. Zhirkov y el lateral derecho, Anyukov, subieron infinidad de veces al ataque, donde les esperaban Arshavin y Pavlyuchenko. Para cubrirles las espaldas, el capitán Semak, siempre dispuesto.
Al contrario que sus colegas holandeses, los jugadores rusos huyen de los focos como de la peste. Pasan por la zona mixta a toda mecha, sin atender a la prensa. Y Arshavin no ha acudido a recoger a la sala de prensa ninguno de los dos trofeos que le ha otorgado la UEFA como el mejor ante Suecia y Holanda. A pesar de que quiere abandonar la Liga rusa la próxima temporada, según le confesó a Advocaat, su entrenador en el Zénit.
"El crecimiento táctico y estratégico del equipo ha sido rapidísimo", confesó Hiddink, asombrado por cómo han evolucionado sus muchachos desde el primer envite, en el que cayeron ante España (4-1). "Yo también estoy impresionado de cómo hemos mejorado como colectivo", abunda Onopko, que recuerda una jugada sintomática frente a los holandeses: a punto de acabar el choque, el perezoso delantero Pavlyuchenko, según le bautizó el propio seleccionador, esprintó hacia atrás a cubrir el puesto de lateral derecho que había dejado vacante la subida de Anyukov.
Eso sí, ante la avalancha de elogios, Hiddink acudió a la autocrítica y encontró dos puntos débiles en la actuación de Rusia: concedió faltas superfluas cerca de su área y, a continuación, las defendió mal, reaccionando tarde a los movimientos de los delanteros holandeses, especialmente de Van Nistelrooy, autor del tanto en un golpe franco sacado por Sneijder.
De Rusia ha impresionado especialmente su condición física, que tiene una explicación muy elemental. La Liga rusa empezó el 14 de marzo y tan sólo se han disputado 11 jornadas, si bien el Zénit, ganador de la Copa de la UEFA, sólo ha jugado seis. De manera que, mientras los jugadores de los otros países están apurando sus últimas reservas, a la espera de irse de vacaciones tras más de 50 partidos en la mochila, los rusos alcanzan uno de los picos de forma. "Nos hemos preparado muy bien y hemos llegado en un gran momento", confirma Onopko.
Medidas proteccionistas
Ante la marea de extranjeros de medio pelo que llenaban la Liga rusa, Guus Hiddink instó a su federación a que tomara medidas proteccionistas. La más importante ha sido impulsar el progresivo recorte de foráneos para llegar desde el tope de los siete actuales hasta los cinco para 2010. Es decir, alcanzar la regla del 6+5 (seis seleccionables y cinco extranjeros) impuesta por la FIFA para todos los clubes a partir de 2010. A eso se añade la llegada en los últimos años de mucho dinero al fútbol ruso. Y la consecuencia es que, de los 23 elegidos por Hiddink para la Eurocopa, sólo uno, el volante Saenko, del Núremberg, alemán, juega fuera de Rusia. El resto, todos en casa: en el Zénit de San Petersburgo, en alguno de los equipos de Moscú (CSKA, Spartak, Lokomotiv), en el Amkar Perm y el Rubin Kazan.
Otras de las obsesiones de Hiddink ha sido mejorar las arcaicas estructuras que se encontró. "Hay que crear escuelas, construir campos y preparar bien a los entrenadores", explica Onopko, que añade: "Debemos aprovechar este momento, con los triunfos del Zénit y de la selección, así como la entrada de mucho dinero".
Los futbolistas de élite están muy bien pagados. El dueño del Zénit es la empresa Gazprom, dirigida por Alexander Dukov, un constructor naval. Es la compañía extractora de gas natural más importante del mundo, con unas ventas de 31 millones de dólares (20 millones de euros) en 2004, según Efe. Y, puesto que paga el sueldo de Hiddink, 2,5 millones anuales, el magnate Roman Abrámovich, propietario del Chelsea, es también el jefe en la sombra de la federación. El Chelsea le ha fallado este curso en los momentos cruciales, pero Rusia le está dando inesperadas alegrías.
No obstante, la estrella es Hiddink, a quien el presidente ruso, Dimitri Medvédev, puede conceder la carta de ciudadanía. El jefe del Kremlin hizo esta afirmación en respuesta a una broma de un veterano de guerra. "Ahora no dejaremos que Hiddink se marche", dijo. "Él no tiene que marcharse. Le concederemos la carta de ciudadanía", afirmó Medvédev.
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