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Columna
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Marcha de los nazarenos II

Una de las principales cualidades de Javier Arenas es su empatía personal, sobre todo en el trato cercano. Cuentan que en sus viajes por toda Andalucía procura agasajar a todos los dirigentes locales de su partido y, por pequeño que sea el pueblo, Arenas siempre le dice al concejal de turno del PP: "lo estás haciendo muy bien, te sigo por los periódicos", con lo que estimula la vanidad del modesto edil que piensa que el líder está pendiente de sus andanzas por mucho que jamás haya salido en un periódico. Viene esto a cuento porque la principal característica de Javier Arenas es su incuestionable liderazgo dentro del PP de Andalucía. Este partido ha conseguido en nuestra comunidad una cohesión extraordinaria en torno a la figura de su líder. Quizás éste sea el motivo por el cual Arenas ha mejorado la posición de Andalucía en el Congreso Nacional del PP. Y eso que en el famoso congreso de 1987, cuando Antonio Hernández Mancha, por entonces líder regional de AP, le ganó el congreso a Miguel Herrero de Miñón, Javier Arenas andaba con el PDP, partido por el que se presentó en coalición con AP. Se presentó luego en solitario a las municipales de Sevilla y sacó unos porcentajes marginales. Aquel congreso de 1987 fue ganado por los andaluces en lo que se calificó como La Marcha de los Nazarenos. Luego llegó Fraga y mandó parar, convocó el congreso de refundación de Sevilla y le entregó la organización a José María Aznar en la famosa escena "ni tutelas ni tutías". En aquel congreso por el cual AP pasó a ser PP, Arenas entró en el partido y recibió el encargo de hacerse con la organización andaluza, encomienda que ha llevado a cabo con tal eficacia que ha mediatizado el reciente congreso popular hasta el extremo de recibir el comentario de Aznar en los pasillos de la Feria de Muestras de Valencia: "Javier, nos han renovado a todos menos a ti". Arenas ha demostrado su extraordinaria capacidad para moverse entre bambalinas, para la conspiración y la componenda. La misma habilidad que tiene para ganar congresos la tiene para perder elecciones. Todos esos análisis del triunfo andaluz en Madrid tienen el precedente en el referido congreso de 1987, sólo que ahora lo ha hecho Arenas a su estilo: ha aumentado el número de andaluces en el Comité Ejecutivo y ha colocado a gente suya al frente de la secretaría general y de una vicesecretaría. No cabe duda de que ha conseguido mejorar su situación personal y la de la organización andaluza en el PP. En los meses de tribulación que ha vivido el Partido Popular, Arenas se ha movido con fuerza y sigilo para consolidar a Mariano Rajoy y, de paso, ampliar su ascendiente en la organización frente a los pata negra que provienen de Alianza Popular.

Dijo una vez Iñaki Gabilondo que Javier Arenas es uno de los mayores vendedores de bisutería política de España, lo que quizás refleje el estilo de este antiguo democristiano que cuando La Marcha de los Nazarenos andaba en el grupo mixto del Parlamento andaluz tras haber roto la Coalición Popular con la que se presentó a las elecciones. Se ve que el tesón, la empatía, la estrategia de "carretera y manta" como él mismo llama a sus constantes viajes por Andalucía, han convertido al Niño Arenas en un líder interno sólido que cuenta con tanto respaldo entre los suyos como falta de apoyos suficientes entre la población para ganarle unas elecciones al PSOE. Es una paradoja política de primer orden. La demografía y la astucia de Arenas han conseguido que los andaluces tengan un papel central en los nuevos órganos de dirección a pesar de no ganar elecciones. Mientras en Madrid Rajoy se ha destacado, en la nueva etapa, por separarse del periódico El Mundo y otros medios de la derecha, su principal aliado andaluz, en cambio, es capaz de apoyar a Rajoy y participar en la estrategia de este mismo periódico, sea con respecto a unas querellas o para dinamitar el Consejo Audiovisual de Andalucía. Olvereño de Sevilla y diputado por Almería. Un campeón.

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