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LA ZANCADILLA | EUROCOPA 2008 | La otra mirada
Columna
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El peinado

David Trueba

Tuve un amigo científico que se pasó cuatro años de su vida investigando algo asombroso: la relación entre el pelo y el cerebro. Como era becario mal pagado del centro de investigaciones, terminó aceptando la oferta de un laboratorio farmacéutico y ahora gana una pasta, pero los demás nos hemos quedado sin saber los resultados de su apasionante investigación. Yo creo que el pelo tiene mucho que ver con el fútbol. Y que la preocupación de los futbolistas por su peinado es inversamente proporcional a su grado de entrega visceral al juego. A mí me llaman la atención los peinados de los jugadores de la selección española. Da la sensación de que algunos se preocupan demasiado por su pelo. Es más, creo que, de seguir por este camino, pronto será más práctico que contraten a Llongueras de seleccionador nacional.

Pronto será más práctico que contraten a Llongueras de seleccionador nacional

El domingo pasado vimos triunfar a Rafa Nadal y Dani Pedrosa. Y casi volver a triunfar a Fernando Alonso. Y, por supuesto, a Pau Gasol en la final de la NBA. Todos ellos son ejemplo de que el español puede ser competitivo siempre y cuando no tenga a alguien al lado tocándole el bombo. Pero lo que más me llamó la atención es que ninguno de ellos parece tremendamente obsesionado por su peinado. Le han concedido a su pelo una especie de libre albedrío. Y, sinceramente, da mucho gusto verlos así, en un mundo tan dominado por los asesores de imagen, que cuentan entre sus méritos haber convertido los debates electorales en una sarta de topicazos. Por eso quizá me gusta tanto Luis Aragonés. Es la bestia negra de los asesores de imagen. Algo así como Aznar para los profesores de inglés. Pero a los chicos del fútbol alguien los ha engañado. Se calcula que entre todos han llevado a Austria 700 litros de gomina envasada. El vestuario debe de parecerse mucho a una peluquería. Les falta salir a calentar con los rulos. Yo creo que piensan que, si la competición les va mal, al menos les queda el negocio de la publicidad de champú y crecepelos, fijadores y lacas.

Los futbolistas italianos son los únicos que han conseguido estar obsesionados por la estética y ganar. Pero esto es un mérito de su país. Los españoles y los portugueses no deberían caer en el error, nunca serán italianos. Ya lo decía el maestro Azcona citando a un amigo suyo: "Ser italiano no es una nacionalidad, es una profesión". En cuanto al fútbol, mi jugador europeo favorito es el alemán Ballack. Con un peinado absolutamente respetable, toca la pelota como los ángeles. Lástima que el fútbol haya que verlo por la tele y la tele sólo sepa retransmitir los partidos siguiendo a la pelota, porque así es imposible ver cómo los grandes jugadores como él se colocan, crean el espacio y se ofrecen. Ése es el problema del deporte retransmitido, que acaba por convertir en más importante el corte de pelo que la inteligencia. Y, aunque mi amigo no pudiera culminar su investigación, parece obvio que en nuestra era el peinado está mucho más valorado que el cerebro.

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