"¿'Catenaccio'? Me vale con el equilibrio"

A Roberto Donadoni (Cisano Bergamasco, 44 años) no le gustan los tópicos. Tampoco mojarse mucho. Fiel a su pasado de futbolista silencioso, prefiere hablar en el campo. Sentado en una mesa que nunca acaba en la sede de la federación en Roma, unos días antes de viajar a Austria, dice que ha tenido que volverse algo más dicharachero al sentarse en el banquillo de la selección.

Pregunta. ¿Italia es el país del catenaccio?

Respuesta. Este debate no me interesa. Si la gente mirara al extranjero se daría cuenta de que en todos los países hay más de lo mismo. A mí me vale con tener equilibrio y gente buena.

P. ¿Qué es jugar bien?

R. Saber expresarse, independientemente de los resultados y de los objetivos.

"Sacchi fue el que más nos hizo trabajar. Con él nunca respirabas"

"Italia es tan competitiva por su gran profesionalidad y calidad"

"Crecí con las fotos de Rivera en mi habitación. Era mi hombre-guía"

P. La Italia de Lippi sabía hacerlo. ¿Cómo ha vivido la transición?

R. Con tranquilidad, centrándome en mi trabajo sin desperdiciar energías en comparaciones.

P. Ha cambiado el sistema de juego: con extremos y sin medias puntas ¿Baggio tendría sitio en su once?

R. ¿Es fan de Baggio?

P. ¿Quién no lo es?

R. No he cambiado sistema, lo he adaptado a los jugadores. Me gusta que hagan cosas distintas a las que están acostumbrados. Y los grandes futbolistas como Baggio siempre tienen un hueco.

P. ¿Han desaparecido los fantasistas?

R. No. Es un lugar común. Fantasistas siempre ha habido y habrá. Igual que siempre nacen artistas, pintores y directores de cine.

P. ¿Y por qué Giuseppe Rossi tiene que salir de Italia?

R. No es una regla fija. En el calcio no es fácil porque los clubes lo quieren todo y rápido y la tendencia es buscar jugadores más hechos. Eso frena el progreso de los jóvenes.

P. ¿Qué características tiene que tener un buen entrenador?

R. Tiene que ser él mismo, sacar lo mejor y ponerlo a disposición de los que lo necesiten para crecer y aprender.

P. ¿De jugador le gustaban los técnicos que hablaban mucho o poco?

R. Siempre me han gustado los equilibrios. Hablar poco no es correcto, pero hablar mucho puede ser contraproducente. El hecho de haber tenido entrenadores con carácteres y personalidades tan distintas me ha hecho entender muchas cosas.

P. ¿Quién hablaba más?

R. Sacchi. Quizás desde un punto de vista más personal que profesional.

P. También tuvo a Capello. ¿Qué aprendió de uno y de otro?

R. Sacchi fue el que más nos hizo trabajar, con él nunca respirabas. Desde el punto de vista físico, táctico y de conocimientos fue el que más cosas nos dio. Capello, por su carácter, era totalmente distinto. Ambos eran extremadamente educados.

P. ¿Cómo es que de aquel Milan han salido tantos entrenadores (Ancelotti, Van Basten, Rijkaard...)?

R. Son hechos tan incontestables que no se puede hablar de coincidencias. Haber tenido una experiencia futbolística común y grandes maestros ha ayudado.

P. ¿Se envejece más rápido de jugador o de entrenador?

R. Se envejece. Y aumentan las responsabilidades. Lo importante es dar el justo peso a las cosas.

P. ¿Por eso decidió terminar su carrera en el extranjero?

R. No sé si fue por eso. Primero jugué en Estados Unidos y colgué las botas en Arabia Saudí. Me apetecía enriquecerme desde un punto de vista humano.

P. ¿Cuántos partidos a la semana ve ahora?

R. He visto más en los últimos dos años que en los 15 anteriores.

P. ¿Qué hace cuando no hay concentraciones o amistosos?

R. Juego a golf y esquío. Lo gestiono todo para que también me quede tiempo para mi vida personal y para la familia.

P. ¿Qué diferencias hay entre ser seleccionador y técnico?

R. Son las clásicas diferencias entre quien tiene tiempo y quien no. Entrenar a un club significa vivir a diario con tus jugadores...

P. ¿Es muy distinta la gestión de los equilibrios?

R. Sí, porque cuando vives codo a codo con los jugadores como en los clubes, tienes tiempo y modos para desarrollar determinadas cosas. En la selección es más complicado.

P. ¿Cómo se construye un grupo tan fuerte como el de Italia?

R. Responsabilizando a los jugadores y haciendo que tengan unos hombres-guía.

P. ¿Por qué Italia es tan competitiva?

R. Porque hay grande profesionalidad y mucha calidad. Lo primero no puede prescindir del segundo.

P. ¿Cómo se hace respetar?

R. Cuido mucho las formas, me gusta ser educado.

P. ¿Le ha ayudado en todo esto haber sido futbolista?

R. Con todo el respeto, es mejor haber sido futbolista que frutero.

P. ¿Cómo fue su infancia?

R. Igual que la de todos los chavales crecidos en un pequeño pueblo de provincia: serena y hecha de cosas esenciales.

P. ¿Dónde jugaba con los amigos?

R. En el clásico campo del oratorio

[el pequeño campo de fútbol que tienen todas las iglesias en Italia].

P. Cuando empezó en el Atalanta, ¿cómo iba a entrenarse?

R. Estudiaba en el colegio del pueblo y luego me iba en tren a Bérgamo, media hora de recorrido. Acababa tan justito el entrenamiento que casi siempre perdía el tren de vuelta. El conductor, que ya me conocía, me abría las puertas y me dejaba subir con el tren ya en movimiento. Si no, tocaba esperar tres horas.

P. ¿Qué le supuso el cambio a un club como el Milan?

R. Fue un cambio dictado por los sentimientos y el corazón, siempre fui hincha del Milan. En aquella época, todos querían ir al Juventus porque era el equipo de moda y yo fui una especie de caso anómalo. Para mí era como cumplir el sueño de niño: había crecido con las fotos de Rivera colgadas en la habitación.

P. ¿Era su hombre-guía?

R. Sí, porque era un símbolo, un jugador con mucha clase que hacía lucir al equipo.

P. ¿Quién ha sido su maestro?

R. Mis padres y mi hermano que fue una especie de primer técnico: vio cualidades importantes en mí y me empujó a darle salida.

P. ¿Ha habido un jugador que le ha creado más dificultades que otro?

R. Muchos, pero nadie me quitaba el sueño.

P. ¿En qué ha cambiado el calcio?

R. En lo que le rodea. En sí mismo no ha cambiado tanto.

P. ¿El jugador que le ha hecho más faltas?

R. Creo recordar que fue un americano.