VIVIENDA. El agujero que no ve salida
Ya nadie se acuerda del famoso "aterrizaje suave" que anticipaban Gobierno y empresarios el año pasado. Nadie se acuerda porque la avalancha de datos catastróficos del sector inmobiliario parece no tener fin. Sólo en esta semana se ha sabido que las compraventas de pisos y la concesión de hipotecas cayeron en marzo casi un 40%; y que el desplome en los visados de viviendas fue todavía mayor, del 60%.
Y si esto parece malo, las previsiones son peores. Los propios promotores, que antes negaban los embates de la crisis, ahora pronostican un futuro aún más negro. El G-14, asociación que actúa como lobby del sector, asegura que la situación es más problemática de lo que reflejan las estadísticas.
El mismo sector que ha hecho tan ricos a tantas personas durante la última década se ha convertido en una fábrica de parados, que ha expulsado en el último año a 114.000 trabajadores.
El fondo del problema radica en el exceso de viviendas que se construyeron durante el boom, y sus precios desorbitados. La única salida al túnel pasa ahora por un fuerte ajuste en los precios. -
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