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OPINIÓN
Columna
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La traición

Juan Cruz

Los altos dirigentes del PP te paran por los pasillos y te dicen al oído: "No lo pongas en mi boca, pero esto no es una cuestión de ideología, es una cuestión de poder". Como si fuera un secreto.

Los que se han sorprendido de lo que le dijo el otro día Elorriaga a Rajoy olvidan que el colaborador que ha traicionado al jefe es tímido, y los tímidos sobreactúan. En lugar de gritarle desde su despacho "¡jefe, que dimito!", le mandó una carta que le publicaron a cuatro columnas, en primera; un trato privilegiado para el otrora sospechoso ayudante del enemigo a batir.

La verdad es que tenía poco de que dimitir, porque ahora sólo se ocupa de algunos asuntos del futuro congreso, cosa poca. Alguien del PP me dijo muy gráficamente lo que luego dijo más finamente González Pons, que es ahora el único que verbaliza la posición oficial. Pons dijo que Elorriaga no tenía por qué decirle a Rajoy que se fuera sin proponer una alternativa. Y he aquí lo que me dijo este otro dirigente popular: "¡Hay que echarle muchos huevos para decirle eso a Rajoy un hombre como Elorriaga!".

Se ha embarullado esto tanto que ahora ya no se sabe qué fue antes, el huevo o la gallina. Lo que está claro, es que todo es confuso: Elorriaga se va (en el sentido de que huye) después de haber sido el arquitecto del fracaso, pero le tira la yema a Rajoy, qué malo eres. Qué malo y qué pesado: la semana pasada el que dirige la orquesta le llamó pesado, qué argumento, y hace quince días le anunció una bomba atómica si no se iba. Bueno, bombita a bombita ya van señalándole el camino.

No se esperaban lo de Elorriaga, igual que no se esperaban que le revelara nada menos que al Financial Times el núcleo duro de la campaña electoral del PP. Hace ocho años, cuando Rajoy condujo a Aznar a la mayoría absoluta (¿o no fue Rajoy el que le dirigió la campaña?), éste explicó luego cómo lo hizo, fumándose un puro, en medio del ruido de La Ancha.

Elorriaga contó antes su hazaña del futuro. Se le pinchó el globo y ahora ha mandado un mensaje, como los niños en la escuela: "Yo no fui, y además me voy". San Gil le dijo: "No te tengo confianza". Lo que se sabe ahora es que la ponencia que no le gustó incluía el cambio que parece que ahora quiere Rajoy, pero ella cambió el cambio. Y puesta en la tesitura de cabrearse por algo, argumentó la escasez de confianza. Con el argumento suyo y con la carta de Elorriaga, Rajoy debe estarse fabricando una empanada de pesadillas. -

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