El Levante va a la huelga
Los jugadores, a los que deben 13 millones, no jugarán contra el Madrid en el Bernabéu
"Lo que quiero es el dinero. Los bancos aprietan mucho y ya me han embargado un piso. Me deben esta temporada y la pasada", explicaba ayer el jugador más veterano en el Levante, el extremo marfileño Ettien, al enterarse de que sus compañeros habían decidido ir a la huelga el sábado y no jugar el último partido de la Liga, el domingo, en el Bernabéu. El Madrid vería así deslucida la fiesta de su 31º título y el posible récord de puntos en el torneo desde que son 20 los contendientes (desde el curso 1986-1987, salvo los de 1995-1996 y 1996-1997 cuando hubo 22). El récord lo tiene el Barça de Frank Rijkaard en el de 2004-2005, cuando los azulgrana sumaron 84. El Madrid tiene ahora 82.
"Quiero el dinero. Los bancos aprietan y ya me han embargado un piso", dice Ettien
Especial: el Real Madrid, campeón de Liga |
La posición del Levante la anunció ayer el capitán granota, el lateral izquierdo Rubiales, en la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), en Madrid, tras comunicar la decisión a los jugadores madridistas: "Lo han entendido". "El Madrid tiene adeptos en toda España, hasta en nuestro vestuario, y somos los primeros interesados en no perjudicarle nunca", apostilló el capitán del club valenciano. El presidente del Madrid, Ramón Calderón, incluso conversó con la AFE para buscar alguna solución. Los madridistas se han ofrecido a apoyarles económicamente aunque no jueguen.
Al no presentarse, el Levante perdería los tres puntos, aspecto menor tratándose del colista, ya descendido a Segunda. Si no salda sus deudas con los futbolistas y empleados antes del 30 de julio, el club será descendido a Segunda B.
Ésta es la segunda vez que los levantinistas convocan un paro por la deuda que tiene con ellos la entidad: unos 13 millones. La anterior, ante el Recreativo, se desconvocó un día antes por la promesa de cobro hecha por los directivos. Una promesa que se desvaneció cuando el club no pudo obtener el aval para un préstamo de cuatro millones que acompañarían a los otros cuatro millones avalados por el Ayuntamiento de Valencia.
A un año de ser centenario, ¿cómo ha llegado el Levante a esta situación? Todas las balas apuntan a Pedro Villarroel, el directivo más veterano del fútbol español. Lleva 25 años en el Levante. Ha pasado por todas las categorías y ha ocupado todos los cargos. Ha devorado jugadores y entrenadores. Y ha llegado a convertirse en una de las personas más denostadas de Valencia. El Ayuntamiento le presiona para que se vaya. Los aficionados no le quieren. Y los jugadores llegaron casi a las manos con él la semana pasada. Pero ni siquiera así se ha desvinculado del club, del que posee el 20% de las acciones.
"Cualquier día le matarán por la calle", se queja Ernesto Calpe, miembro de la secretaría técnica y uno de los pocos fieles a Villarroel. "En Primera no se puede estar con menos de 30 millones de presupuesto. Si la televisión [Canal 9] nos da ocho y por taquillas llegamos a 15, ¿de dónde sacamos los otros 15?", se excusa.
La deuda global del Levante ronda los 60 millones, según el grupo de inversores liderados por Antonio Blasco, ex directivo del Elche y el Levante y actual consejero delegado del Castellón, que pretende entrar en el club. Su previsión es pagar a los futbolistas con una ampliación de capital de la sociedad. A continuación vendería el estadio Ciutat de València, cuya recalificación ha sido prometida por el Ayuntamiento: 80.000 metros cuadrados a 1.200 euros cada uno. Así obtendría casi 100 millones, de los que se descontarían 40 para comprar los terrenos y construir un nuevo campo.
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