Una goleada desconcertante
Messi reconcilia con su pegada al Barça, que hace trizas a un desestructurado Valencia
Messi encendió un pitillo en el polvorín del Camp Nou y se hizo la luz entre el barcelonismo, que se regaló media docena de goles en tiempos de sequía frente a un rival al que no se vencía desde la chilena de Rivaldo en 2001. El argentino protagonizó un arranque tan espectacular que la carga ambiental quedó desactivada cuando todavía entraban aficionados al estadio, algunos con pancartas, otros con pañuelos y muchos con la revista del club, que también sirve para hacer ruido contra Laporta. No se había cumplido siquiera un cuarto de hora y el Barcelona contaba ya tres goles, un alivio para el presidente y una noticia sorprendente si se atiende a que el equipo había encadenado cuatro partidos sin marcar (410 minutos), dos decisivos en la Copa de Europa.
BARCELONA 6 - VALENCIA 0
Barcelona: Valdés; Zambrotta, Thuram, Puyol, Abidal; Xavi, Márquez (Edmilson, m. 73), Deco (Gudjohnsen, m. 78); Messi, Eto'o (Bojan, m. 65) y Henry. No utilizados: Pinto; Edmilson, Sylvinho, Giovani y Oleguer.
Valencia: Hildebrand; Miguel, Albiol, Alexis, Caneira (Albelda, m. 55); Joaquín, Marchena, Baraja (Edu, m. 46) , Mata; Silva y Villa (Angulo, m. 73). No utilizados: Cañizares; Vicente, Helguera y Arizmendi.
Goles: 1-0. M. 4. Messi, de penalti. 2-0. M. 8. Xavi, a pase de Henry. 3-0. M. 14. Henry, tras jugada de Eto'o. M.57. Henry, de rosca. 5-0. M.72. Bojan define una jugada excelente. 6-0. M. 78. Bojan, a pase de Gudjohnsen.
Árbitro: U. Mallenco. Amonestó a Marchena, Alexis, Baraja, Márquez, Deco y Eto'o.
54.905 espectadores en el Camp Nou.
El argentino forzó un penalti y armó la jugada del segundo gol en ocho minutos
Así de caprichoso es el fútbol. Reiteradamente cegado ante la portería contraria, el Barcelona abrió los ojos por el único sitio por donde se filtraba el sol, las piernas de Messi. Había la sensación generalizada de que si los azulgrana podían reencontrarse en algún momento con el fútbol y con el gol sería a partir de La Pulga y el argentino forzó un penalti y armó la jugada del segundo gol en sólo ocho minutos. Asegurada la victoria, el partido continuó siendo un festival ofensivo de Messi y defensivo de Deco.
Tan poderosa fue la actuación de Messi que tanto el Valencia como el árbitro le rindieron pleitesía, sobre todo en la jugada del penalti, cuando el delantero salió desequilibrado de una tarascada de Albiol y cayó ante la entrada de Alexis, jugada que mereció multitud de interpretaciones. El colegiado señaló la pena máxima y Messi no perdonó. Tampoco se concedió un descanso. Insistió, embistió siempre con la pelota y cayeron un par de goles más, el tercero de Henry, en una acción discutible de fuera de juego. Tres llegadas, tres remates, tres goles. Al Barça le salió un partido a pedir de boca.
Nadie habría dicho que el Valencia compite por evitar el descenso. Descabezado y desestructurado por tanto cambio, falto de energía, el equipo de Voro no tuvo presencia en las áreas, ni siquiera dejó el gol habitual de Villa y fue reducido en la medular por Deco. Agarrados a las botas del portugués y a la gambetta de Messi, los azulgrana se regalaron un primer tiempo estupendo después de una sequía que se remontaba al 12 de abril en Huelva. Perdidos ya todos los títulos, el Barça parece haberse liberado.
Incluso Henry se reencontró con el gol por dos veces después de ocho partidos sin ver puerta. El segundo tuvo un especial significado porque evocó sus tiempos del Arsenal, cuando batía a los porteros con disparos cruzados y de rosca, y porque no le dio ninguna importancia, como para subrayar precisamente su descontento no se sabe muy bien si consigo mismo, con el equipo o con la gente, mosqueado como está siempre. Henry se reivindicó como rematador y como jugador, sobre todo en el quinto gol azulgrana, una obra de arte por el toque, la combinación, la precisión y el punto y final de Bojan. Aunque el Barça alcanzó los goles por la vía coral, la segunda parte estuvo dedicada a causas particulares, como la de Henry, que se reencontró con su mejor juego; la de Eto'o, nuevamente negado y sustituido entre división de opiniones; la de Albelda, que reaparecía después de ser apartado por Koeman, y la de Bojan, que firmó dos tantos de ariete oportunista.
El marcador fue el antídoto para un partido preñado de material inflamable. La hinchada abandonó el campo desconcertada, entre sorprendida y mosqueada, incapaz de comprender a su equipo, estéril en la disputa de los títulos y fecundo cuando se compite por el subcampeonato y por viajar el miércoles a Madrid en las mejores condiciones. Eto'o y Deco, por si acaso, se quitaron de en medio con una tarjeta que provocó tanto desconcierto y murmullo como la inesperada goleada. El banderín de enganche, en cualquier caso, se llama Messi.
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