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Columna
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Los perseguidos

¿La persiguen, o nos persigue? ¿Los medios persiguen a Esperanza Aguirre, o Esperanza Aguirre persigue a los medios? En el arranque del programa 59 segundos de Radiotelevisión Española, la presidenta de la Comunidad de Madrid declaró sentirse perseguida y malinterpretada por los medios de comunicación a los que ella azuza de continuo con declaraciones y contradeclaraciones con el fin, se supone, de darles carnaza, carne y sangre frescas para sus portadas y pantallas.

Tuve que meditar mi respuesta a esta primera provocación que abría un debate casi inexistente en el que los representantes de los medios preguntaban lo que querían y Esperanza Aguirre respondía lo que le daba la gana, generalmente algo que no tenía mucho que ver con la pregunta.

Aguirre puso en tela de juicio todo lo que había afirmado antes en un continuo 'sí, pero no'

Reflexión, análisis, debate, eran las tres palabras, nada más, con las que la compareciente contestaba a cualquier cuestión que le fuera planteada.

Reflexioné, analicé y debatí conmigo mismo hasta llegar a la conclusión de que Esperanza Aguirre y los medios nos perseguimos mutuamente y corremos en círculos tan viciosos que es muy difícil distinguir quién persigue a quién.

Al pasar revista a mis columnas de los últimos meses, estuve a punto de encuadrarme en el bando de los perseguidores, por acumulación de reflexiones, análisis y debates sobre su presidencial persona.

Pero, tras haber examinado con detenimiento las materias de reflexión debate y análisis de los artículos citados, comprobé que todos ellos respondían a sus provocaciones previas, no siempre relacionadas con su batallita preelectoral, abundan sobre todo las que se refieren a sus actos de gobierno y desgobierno en temas como la educación, la sanidad o las obras públicas.

Ego me absolvo, en todo caso fueron pecados veniales ya que alguna vez caí en la tentación de dejarme arrastrar por su voraginosa verborrea y, atraído por sus señuelos, me tragué algún que otro cebo envenenado.

Pensaba imponerme como penitencia no hablar durante un tiempo de la jefa, como la llaman confianzudos y sumisos sus consejeros y portavoces, encargados de remover las aguas para facilitarle la pesca.

No pudo ser, la entrevista de 59 segundos, programada esta vez en tiempo de máxima audiencia (¿?), vino a complicar la cosa y forzó esta retractación: mal día para dejar de hablar de Esperanza Aguirre.

La única reflexión, el único análisis del debate, giraba, por parte de los representantes de los medios, sobre la intención de la presidenta Esperanza Aguirre de presentar su jaleada candidatura en el próximo congreso del PP, cuestión que la susodicha candidata presunta se apresuró a aclarar en la primera parte del programa para enturbiarla de nuevo en sus compases finales pasando del "Votaré por Mariano" al "mi decisión no es inamovible, ni inquebrantable", un viaje de ida a ningún sitio y vuelta desde ninguna parte que hicimos todos, periodistas y espectadores, con las alforjas vacías, cargadas de humo.

Esperanza Aguirre, impasible el ademán de su sonrisa mueca, se declaró contraria a las adhesiones inquebrantables y a las decisiones inamovibles poniendo en tela de juicio todo lo que había afirmado anteriormente en un continuo sí pero no y ya veremos si es que hay algo que ver.

La reflexión, el análisis y el debate, que la presidenta madrileña reclamaba con urgencia para su partido, no se vieron por ninguna parte en el plató y los micrófonos se arrugaron abochornados de escuchar tal cúmulo de vaguedades y salidas por la tangente.

Poco más hubo en este mentidero público y, de lo poco que hubo, nada se pudo sacar en claro, pues no había nada que no fuera quebrantable o movible.

Esperanza Aguirre demostró sus conocimientos de mus y aprovechó una referencia al juego de las siete y media para citar uno de sus referentes culturales, don Pedro Muñoz Seca, autor de La venganza de don Mendo y creador de la "astracanada", subgénero frívolo a la medida de sus frivolidades.

Dijo también que no aspira a la presidencia del Gobierno de España aunque le gustaría ser ministra de Defensa, peligroso cargo para tan belicosa persona.

Y dijo, por fin, otras cosas que no hay que tomar en cuenta porque todo fluye y nada permanece inmutable, inquebrantable, inamovible, bajo el cielo.

El día después del falso debate, este periódico cayó en la compartida tentación de dedicarle su portada a la jefa: "Rajoy se arruga ante un nuevo desafío público de Aguirre".

Si Mariano Rajoy se arruga y Esperanza Aguirre decide no presentarse habrá llegado la hora de la forzosa renovación del Partido Popular... Siempre les quedará Eduardo Zaplana.

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