"¡Hasta tú estabas encandilado!"
Luis Aragonés se muestra teatral en el programa 'Tengo una pregunta para usted' y no revela nada nuevo sobre la selección española y sus ideas
En su juventud, Luis Aragonés admiró al actor Lee Marvin. Cuando a mediados de los 70 saltó a las tablas de los vestuarios, ante la mirada asombrada de sus compañeros los jugadores del Atlético, se aferró al personaje imaginario para forjar el suyo. Se sabe que causó impacto reflejando los ademanes sigilosos del sicario, el gesto mundano del sargento mayor y la jerga del ex convicto. Pero descifrar la personalidad de Luis sigue siendo una tarea irrealizable. Sabemos que Marvin interpretó al pistolero Liberty Valance. Pero sabemos tan poco de su alma como del alma del seleccionador español. Anoche, Televisión Española sometió al hombre a un examen de dos horas bajo el escrutinio de 60 interrogadores en el programa Tengo una pregunta para usted. La experiencia sólo sirvió para que cada cual perdiera el rastro en un laberinto de espejos.
"Hay un grupo que hace más difícil que Raúl vaya a la Eurocopa. Él lo sabe"
"Soy un gran creyente. Si la ganamos, haré el Camino de Santiago"
"Defiendo la verdad. Si me asiste, puedo ser vehemente. Pero sé pedir perdón"
Luis habló de espirometría, de balonmano, de la mesa de metacrilato que le servía de apoyo y que comparó con "un sitio de seguridad", de una chica vasca que juega que da gusto, de la condición física de base y de su paso por la cantera del Madrid en 1958. Prometió hacer el Camino de Santiago si gana la Eurocopa, aseguró ser "un gran creyente" y tener "algunas vírgenes", recordó su charla con Oleguer en un verano que parece remoto y confesó su pasión por el fútbol. "Al pasar junto a los estadios, me encandila el olor de la hierba", declaró con un temblor de genuina emoción. No se sabe quién es el verdadero Luis. Pero, por su interpretación, no cabe duda de que el fútbol es el motor de su existencia. Esto era evidente antes de ayer. El programa no descubrió esta reliquia. Tampoco reveló el arcano que atormenta a media España. El seleccionador no ofreció ninguna pista, ni clave ni nada parecido que permita interpretar los sucesos que le distanciaron de Raúl.
El esoterismo del fútbol produce personajes esotéricos a los que la gente suele referirse de forma críptica. Supersticioso, como si temiera desenterrar algún fantasma, un andaluz de nombre Juan formuló al seleccionador la pregunta siguiente: "¿Se va a dejar presionar por la prensa mediática del 7 blanco?". Juan preguntaba por Raúl. Quería saber si el capitán del Madrid irá a la Eurocopa tras dos años de misteriosa veda por parte de Luis. La cuestión constituía una especie de clamor. Era la pregunta que la mayoría quería hacer. La que casi todos hicieron atenazados por precauciones y fetichismos. La respuesta de Luis resonó tan conocida como enmarañada en formulismos: "Bien, vamos a ver...". El interpelado hizo un silencio muy dramático antes de proseguir. "Yo reconozco la categoría de Raúl y lo que ha sido de jugador y tal... Yo no le puedo decir a usted si va a estar o no va a estar . Sí que hay un grupo que hace que sea más difícil que él pueda venir y hasta él lo sabe. Si mañana viene, el que piense que ha sido por presión mediática está en un error terrible. Si viene será porque le he visto mejor que nadie y está mejor que nadie. Y punto. Porque tengo un respeto por uno de los mejores jugadores de España de casi todos los tiempos. Lo que pasa es que el tiempo también pasa. Y ahí estamos. Y punto. Por eso le digo que Raúl depende... Quiero hacer una aclaración: los jugadores se seleccionan solos y se caen de la selección solos. Yo tengo mucho cariño por Joaquín. Pero ahora no está. ¿Quién se ha caído? Seguimos los partidos in situ, con cinco ayudantes, en los campos. Con una profundidad de análisis total. Si hay merecimiento, vendrá".
Un muchacho de nombre Carlos, hincha del Madrid confeso, le dio dos vueltas a la pregunta antes de arrancarse con mucho cuidado: "¿Le cae bien Raúl?". En la atmósfera del plató se agitaba la respiración de muchos madridistas, la mayoría, inquietos ante la posibilidad de que su héroe fuese, en realidad, un villano. Luis no desveló nada. Al cabo del programa, el fantasma de Raúl permaneció tan oscuro como al comienzo. "Un jugador y un seleccionador es muy difícil que se vayan de cañas", dijo Luis, como quien asegura que los mitos y las leyendas no se mezclan.
A medida que avanzaba la noche, el personaje examinado se fue encontrando más en sintonía con el papel que le había tocado. Se hicieron frecuentes los soliloquios y las introspecciones, que Luis afrontó con pericia shakesperiana: "Ni hoy ni casi nunca me salgo de tono. Pero soy un gran defensor de la verdad. Y, cuando sé que me asiste, puedo ser un poco vehemente y tal. Pero sé pedir perdón. Es más, cuando sé que se ha perdido un partido por mi culpa, lo he dicho".
Luis habló de muchas cosas pero no dijo nada verdaderamente revelador. Cada frase pertenecía a su acervo. Cada palabra ya había sido escrita para su libreto. Cada idea había sido formulada con anterioridad.
Casi al final, un gallego fue capaz de sacar de Luis toda su fuerza interpretativa. El hombre quiso criticarlo por el juego de la selección despreciando la estadística que le ofrecía el técnico de partidos ganados, empatados y perdidos. Exasperado ante la resistencia que encontraba, Luis se iluminó. "¡En el primer partido del Mundial de Alemania toda España estaba encandilada!", vociferó; "¡hasta tú!, ¡hasta tú estabas encandilado!". Su interlocutor se quedó perplejo. El carisma del seleccionador brillaba con toda su violencia. "¡Te lo aseguro!", gritaba; "y, cuando yo aseguro una cosa... ¡Encandilado! ¡Porque mirabas la televisión para encandilarte!". De nada le valió al hombre que intentara explicar que no pudo ver el partido contra Croacia, que estaba trabajando tal vez en tareas de la mar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.