"Todas las carreras son el Tour"

"No, será imposible hablar con Alberto mientras hace rodillo. No se lo permito a nadie", advierte Pedro Celaya, el médico del Astana junto al autobús del equipo ciclista, aparcado en una pradera cubierta de nieve junto a la plaza de toros de Valsaín. "Nuestro protocolo previo a las contrarreloj es muy estricto. Alberto necesita concentración. No se le puede distraer", explica.

A Celaya, firme y serio, se le replica que vale, pero que estamos en marzo y que esto es la Vuelta a Castilla y León, no el Tour de Francia. "Ya, pero Alberto es un campeón, un campeón para quien todas las carreras son importantes", responde el doctor, inasequible.

Son las tres de la tarde. Falta hora y media para que el ganador del último Tour tome la salida, dorsal número 1, del largo prólogo (9,7 kilómetros) de la ronda castellana, cuando se abre la puerta del autobús y, como si estuviera ligado a la conversación con una conexión telepática, aparece en escena un fedayín. O, al menos, eso parece Alberto Contador con un verdugo de lana protegiéndole la cabeza del duro frío serrano, los ojos y la punta de la nariz únicas partes visibles de su rostro. "Me voy a ver el recorrido", dice; "ya hablaremos".

Deben pasar aún dos horas para que Contador se siente delante de la libreta. Entre medias, un cuidadoso reconocimiento del trazado de la contrarreloj, un subibaja rompepiernas por los pinares segovianos, al pie de Navacerrada -"mi zona favorita de entrenamiento", matiza-, el protocolizado calentamiento sobre rodillos, 11m 43s de competición -una tirita abriéndole las aletas de la nariz, las Oakley amarillas del Tour tapándole los ojos y la dentadura de proa sobre el manillar-, un puño al alto de rabia y felicidad al cruzar la meta como ganador y un podio interminable.

Por detrás de él en la clasificación, nada de desconocidos. Al contrario, reconocidos cracks de la bicicleta contemporánea que hacen de la prueba castellana la de mejor participación de la temporada en casi todo el mundo: su compañero de equipo Levi Leipheimer, que también subió, tercero, al podio del Tour; el ruso Denis Menchov, ganador de dos Vueltas; Carlos Sastre, Samuel Sánchez, Andreas Klöden, Thomas Dekker...

En su mágico 2007, Contador, de 25 años, ganó tres carreras por etapas -la París-Niza, la Vuelta a Castilla y León y el Tour-, pero sólo en la carrera española le han respetado el derecho a competir en 2008 con el dorsal número 1. Las dos carreras francesas, organizadas por ASO, han vetado a su equipo. En vez de en la París-Niza, participó en la Vuelta a Murcia. "Muy bonita", dice el escalador de Pinto; "pero, cuando escalaron el Mont Ventoux, sentí unas ganas locas de estar allí. Lo vi por la tele y me pasaron muchos pensamientos por la cabeza".

¿Y el Tour? "El Tour, nada", responde Contador, quien desea mantener un perfil bajo en su rebeldía reivindicativa, una política de austeridad gestual, que se reduce a señalar el nombre del proscrito Astana en su maillot durante todas las ceremonias de podio y a ganar todo lo posible para demostrar "que somos uno de los tres mejores equipos del mundo", y que evita gestos como la entrega en persona a Patrice Clerc, director de ASO, de las más de 25.000 firmas recogidas en su apoyo mañana en un acto en Madrid. "No quiero olvidar que quiero estar en una carrera a la que no me han invitado, pero ya doy casi por seguro que no voy a estar en la cita del Tour", dice; "así que sólo pienso en lo que voy a correr, esto, el País Vasco, mis concentraciones...".

"Y lo intentará ganar todo", dice su director, Johan Bruyneel, "porque para Alberto, ahora, todas las carreras son el Tour".

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