Pausa y toque
El Villarreal se impone al Levante gracias a una gran jugada de asociación y paciencia
Uno es como es para lo bueno y lo malo. Y al Villarreal se le define por un estilo determinado cuya característica predominante es la pausa. La que tuvo para ganar en una jugada de toques pacientes que culminó Guille Franco, que acababa de salir, y que le deja cerca de la Champions mientras el Levante tiene más de un pie en Segunda
Un Levante desahuciado resulta al menos molestó. Lo comprobó el Villarreal, que, fiado a su fútbol de salón, se vio sorprendido por un conjunto que tiene recursos para vender cara su derrota. En una acción de estrategia, empató. Hasta que apareció Guille Franco. El nacionalizado mexicano marca pocos goles, seis, pero importantes.
Se agotan los adjetivos cuando del Levante se habla. Ilusión, esperanza, solidaridad en el esfuerzo, orgullo, el ejemplo a seguir... Y también, de vez en cuando, juego. Llegar a la élite no es fácil y para alguno de sus jugadores estar en Primera no le ha supuesto un regalo caído del cielo. Cierto es que, sumando virtudes y restando defectos, ha salido perdiendo. Se mire por donde se mire, cada uno está en el lugar que le corresponde.
LEVANTE 1 - VILLARREAL 2
Levante: Kujovic; Manolo, Álvaro, Armando, David; Juanma (Arveladze, m. 85), M. Ángel, Berson (J. Fuego, m. 86) P. León (Iborra, m. 73); Riga y Geijo. No utilizados: M. Reina; Serrano, Robusté y Rubiales.
Villarreal: D. López; Venta, Godín, G. Rodríguez, Capdevila; Cazorla, Eguren (Cani, m. 73), Senna, M. Fernández (Pirès, m. 69); Nihat y Tomasson (G. Franco, m. 79). No utilizados: Viera, Ángel, Josemi, Josico y Bruno.
Goles: 0-1. M. 28. Matías Fernández. 1-1. M. 64. Miguel Ángel. 1-2. M. 83. Guille Franco.
Árbitro: Ontanaya López. Amonestó a Gonzalo Rodríguez y Godín.
Unos 15.000 espectadores en el estadio Ciutat de Valencia. Un minuto de silencio por el fallecimiento de Josefa Salvador, la madre del presidente del Levante.
Entre los activos destacables del Levante está Pedro León. El murciano, una de las joyas surgidas del conjunto pimentonero, tuvo que dejar su hogar sin saberse muy bien a qué fue debido. Por falta de calidad, seguro que no. Andaba el Villarreal complaciente, saludando a su afición, presente en masa en el Ciutat de València. Convencido de su superioridad, se permitía el lujo de dar carrete al rival, dejando que Pedro León se dejase ver y mostrase sus habilidades, entre ellas el golpeo de larga distancia. Como comprobó Diego López, que vio cómo el palo se hacía íntimo de él al rechazar el esférico a un disparo suyo. El susto para los de Pellegrini no quedó ahí, ya que Geijo no tuvo paciencia para recibir un pase de Juanma, se adelantó a los centrales y su gol quedó invalidado por fuera de juego.
Todo ello había sucedido antes del primer cuarto de hora y el Villarreal entendió que debía espabilarse, que sus largas e inocuas posesiones no le eran suficientes. Y en ello se aplicó dando un paso hacia adelante. Así llegó el gol de Matías Fernández, que avanzó metros sin que nadie le saliera el paso. Al chileno no le quedó más remedio que lanzar a gol desde el borde del área para marcar y adelantar a los suyos ayudado, eso sí, por el portero Kujovic, uno de los problemas que arrastra el Levante desde la espantada del italiano Storari.
Creció el Villarreal mientras el Levante vendía cara la derrota con arrebatos de vergüenza torera: las arrancadas de Juanma por el costado derecho y la presencia destartalada en el ataque de un Riga que siempre da la sensación de que te la puede armar de un momento a otro. Mientras el Villarreal quería matar el encuentro administrando con criterio el esférico, el Levante tiró de pizarra para lograr la igualada por medio de Miguel Ángel. El Villarreal no perdió la paciencia y venció con la identidad que le define.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.