El presidente de las nueve acciones

De semblante serio, trato distante pero siempre correcto y exquisita educación. Sigue jugando al fútbol los lunes con los amigos y colecciona piezas de arte. Agustín Morera es un apasionado de las corbatas, que compra regularmente en Italia, gesto distintivo de su vanidad. No nació en Valencia, sino en Cuenca, pero acredita su valencianismo, pues reside desde bien pequeño en la ciudad del Turia. El nuevo presidente del Valencia, de 54 años, fue el miembro más joven del primer consejo del club una vez reconvertido éste en sociedad anónima. Integró el equipo liderado por Arturo Tuzón en los noventa y, tras fracasar en su intento de codirigir el club junto a Ramón Romero en unas elecciones que finalmente ganó Paco Roig, se marchó por donde vino. Vendió sus 1.500 acciones a Pedro Cortés, sucesor de Roig, y no regresó a la entidad hasta que su amigo Juan Soler le propuso formar parte de su guardia pretoriana. Morera fue portavoz del Consejo, responsable de las relaciones institucionales y, hasta el miércoles, vicepresidente del Valencia con la irrisoria cantidad de nueve acciones a su nombre. Su audacia se evidencia en su trayectoria profesional. Empezó de aprendiz en la empresa de transportes que hoy dirige.

Nacido en Cuenca, hoy es propietario de la empresa en la que entró como aprendiz

Quienes le conocen aseguran que no será una simple marioneta cuyos movimientos dirija el aún máximo accionista, Juan Soler. Ha llegado silenciosamente. Y a su paso ha arrollado, con idéntica discreción, a quien tenía todas las papeletas para suceder al constructor: Rafael Salom. Mientras Morera se ha paseado por palcos de media España -fotografía incluida en cada estadio- en ausencia del máximo accionista, Salom ha puesto la otra mejilla. Fue Salom quien explicó una y mil veces los porqués de casos como los de Albelda, Cañizares y Angulo; quien ha asumido responsabilidades ante la obvia crisis deportiva del equipo, cuya única salvación es la Copa del Rey -se jugará un puesto en la final el próximo jueves en Mestalla frente al Barcelona (la ida terminó 1-1)-. Pero Morera, que sale impoluto pese a ser la sombra del constructor, se queda con la gloria. Ya toca con la yema de sus dedos el poder. Y se agarrará a él con contundencia. No le temblará el pulso al tomar decisiones. Y, en la medida en que el ya ex presidente y dueño de la entidad se lo permita, será plenamente independiente. Como advirtió en su primer acto público como presidente, sus objetivos, ambiciosos son enderezar la marcha deportiva del equipo y lograr que en el Valencia "las aguas vuelvan a su cauce". En ese intento deberá negociar con los tres jugadores desechados por el técnico, Ronald Koeman, y buscarles una salida digna, lejos de los tribunales. Para ello inició ayer su ronda de contactos exhibiendo sonrisa y talante. Se reunió en la ciudad deportiva con la plantilla, a la que pidió "máximo compromiso", y después con el vicepresidente Salom, el director deportivo, Miguel Ángel Ruiz, y el entrenador. Para relajarse, quizá, pasó la tarde en la plaza de toros de Valencia, atraído por el arte de José Tomás.