Retorno al caos de los orígenes
Mercé de Rande regresa a Galicia tras labrar su carrera en Europa
Las aguas se han convertido en un océano de plástico. Es un mar artificial que sólo comparte cierto colorido con su estado original, ahora su aspecto es el de los desechos que vertimos en las costas por toneladas. En la primera coreografía que Mercé de Rande (Vigo, 1973) dirige en Galicia, los bailarines afloran al escenario debajo de centenares de bolsas de plástico azules, el elemento que nunca falta en cualquier montón de basura. El desperdicio que nos invade y que nos asalta al doblar casi todas las esquinas es el contexto ideológico de Fiando o kaos.
No es casual que la bailarina y directora escénica se haya decantado por reflexionar acerca de los problemas ambientales de Galicia. Con 17 años dejó las clases de danza en su Vigo natal y puso rumbo a Lisboa para cursar estudios superiores. Después de un lustro con compañías y coreógrafos en Francia y Suiza, sintió que había llegado el momento de iniciar el regreso a la tierra. Algo se le movió dentro y la morriña puso la fecha del viaje de vuelta. "Es una decisión personal en la que no intervienen otros factores externos. Para mí, ha llegado el momento de montar mi propio mundo de creación y necesitaba hacerlo desde aquí". Ahora que lleva unos meses viviendo en Santiago, cuenta que está desbordada: "Como ciudadana siento que Galicia es un cóctel molotov. No valoramos lo que tenemos, vendemos un país verde y azul y la realidad es que la contaminación está destruyéndolo todo. Me refiero a los incendios, a los vertidos, al urbanismo salvaje". En el espectáculo que presentó en el Festival Alt de Vigo hace unos días, los únicos peces que transitan el mar artificial son juguetes de plástico que se proyectan en una pantalla.
La coreógrafa y bailarina plantea una reflexión sobre el medioambiente
"Siento que Galicia es un cóctel molotov", afirma la directora de 'Fiando o kaos'
Caos por dentro y por fuera. El argumento de su primer espectáculo de gran formato va de un tira y afloja identitario. "Pretendo crear un espacio de reflexión sobre la situación gallega, un cúmulo de circunstancias más o menos heredadas que atacan nuestro entorno y, al mismo tiempo, que sirva para que uno se pregunte qué es ser gallego a día de hoy", se explica. Bajo una bombilla pelada, en un rincón de la escena, un narrador medita: "O porque sempre depende, se cadra; ou se cadra non". A medio camino entre danza y teatro, sus cuerpos acompañan el movimiento de las imágenes que se postproducen en tiempo real en el mismo espacio. Lo verdadero, en sentido epistemológico, es lo que tenemos delante.
Con su compañía A Mercé das Cirkunstanzias se propone tender puentes hacia otras disciplinas y lenguajes artísticos, algo que ha aprendido en su intenso periplo europeo. "La danza es contar historias con el cuerpo", resume. Y para crearlo no se niega los artilugios electrónicos. "Los ejes de mi trabajo son exploración, investigación e improvisación. Soy consciente de que dista mucho de lo que se ha venido haciendo aquí, percibo las dificultades que todavía tenemos para asumir esta modalidad en nuestro sistema teatral". Ayer mismo relató sus proyectos y su punto de vista al público vigués, en una mesa redonda sobre mujeres y creación artística programada dentro del maratón femenino con el que el Festival Alt clausura la edición 2008.
A sabiendas de que debe readaptarse a problemas logísticos y presupuestarios, planea montar un nuevo solo de danza, hacer piezas con una videoartistas y llevar por todo el país su Proxecto Zocas, el espectáculo que ensayó con público en Vigo el verano pasado. Con todo, tendrá que seguir haciendo y deshaciendo maletas. Por ejemplo, para girar con la compañía parisina Incidents Mémorables, en la que mantiene su trabajo como bailarina y con la que ha paseado por medio continente el apellido que se echó al hombro cuando era adolescente, en homenaje al tesoro que dormita, según cuentan, en las aguas de la ría de Vigo. De momento, tampoco ha borrado la dirección de Zürich de sus datos personales porque en primavera iniciará una colaboración con un grupo de creadores jóvenes sobre la circulación urbana.
Los protagonistas de Fiando o kaos apenas recogen sus objetos. Alguno realiza un tímido intento de barrer, otra hace ademán de ordenar las piezas diseminadas por un rectángulo, una bailarina desenreda el sedal y enseguida desiste. Y, al final, en ese revoltijo de cosas que ya no sirven para nada, quedan en la escena las sempiternas bolsas azules.
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