Los acusados en el 'caso Permanyer' no son trastornados
Están bien de la cabeza, dijeron ayer los expertos. Los tres acusados del asesinato de la psicóloga barcelonesa Anna Permanyer son "personas normales" sin ningún trastorno psiquiátrico, en opinión de los peritos que los evaluaron. Son personas capaces de "distinguir el bien del mal", explicaron dos forenses, aunque no dejaron de recordar una obviedad, como es que "una persona normal puede hacer cosas anómalas".
En las entrevistas con los médicos, Carmen Badia, la principal acusada, dejó en evidencia su falta de emotividad y empatía por los demás, y se mostró "fría, controladora y distante". Se trata de rasgos de personalidad y "no de síntomas de una enfermedad mental", apuntaron los expertos. El perito propuesto por la fiscalía dijo que esa Badia es una persona "histriónica", por lo que "es capaz de hacer cualquier cosa para captar la atención". También la calificó de "antisocial", por ser "capaz de utilizar a los demás para su goce y disfrute" sin sentirse culpable por ello.
En referencia a Anabel Toyas, los expertos coincidieron en que se trata de una mujer "trabajadora, cumplidora y responsable".
Adaptación a prisión
También declararon ayer ante el tribunal del jurado que juzga el caso, los funcionarios penitenciarios, quienes dijeron que Badia se ha adaptado a la prisión y, aunque es más bien solitaria, "suele rodearse de personas más débiles para utilizarlas".
Los otros dos acusados viven una situación distinta. En una de las entrevistas, Joan Sesplugues, de 82 años, aseguró sentirse triste al encontrarse en "una situación que no entendía", mientras que Toyas consideró injusto lo que le estaba sucediendo.
Del mismo modo, testificaron los policías que investigaron el incendio que arrasó el piso 11-E del edificio Atalaya de la avenida Diagonal de Barcelona, donde vivía Carme Badia, y que se produjo entre la desaparición de Permanyer y la detención de la acusada.
Los peritos aseguraron que fue un incendio intencionado y se descartaron causas accidentales. El piso había sido precintado tras la desaparición de la psicóloga. Otro agente explicó que no se ha encontrado ningún rastro documental de una transacción, total o fraccionada, de 420.000 euros, que según Badia, le pagó a la fallecida como establecía el contrato de arras que supuestamente Permanyer le firmó.
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