Goles al crimen
Al presidente mexicano, Felipe Calderón, le gusta el fútbol. No suele pregonarlo, pero su equipo favorito es Monarcas Morelia, del Estado de Michoacán. La semana pasada, el gobernante dio rienda suelta a su vena futbolera durante una visita a la ciudad norteña de Monterrey, donde se atrevió a comparar el balompié con la lucha contra el narcotráfico. "Estamos metiendo muchos goles a la criminalidad en México; le hemos pegado fuerte y lo seguiremos haciendo", dijo en la inauguración de un parque público.
Puesto en el papel de presidente-entrenador, Calderón equiparó la eficacia goleadora del futbolista retirado Carlos Hermosillo, delantero de Cruz Azul y de la selección mexicana, con la de su Gobierno "haciendo equipo con otras autoridades". Goles son amores, debe pensar el presidente, que en el terreno que nos ocupa habló de más de 40.000 armas incautadas a las bandas criminales en un año.
Y como todo buen preparador técnico que se precie, Calderón dice tener un equipo bien armado ofensiva y defensivamente. Describió la delantera como "las acciones que estamos haciendo para perseguir a los delincuentes", y la defensa como la política preventiva que protege a los niños: "Nosotros estamos persiguiendo a los criminales, pero a nuestros niños debemos cuidarlos juntos".
De las palabras a los hechos. En el acto de Monterrey, el presidente se colocó bajo los palos y atajó un penalti lanzado por su esposa, Margarita Zavala, que se descalzó para ejecutar la pena máxima. Fue un mensaje cargado de simbolismo patriótico. Quien proclama estar metiendo goles a los delincuentes trata de mostrar que su portería está imbatida. No totalmente. Calderón reconoció que en la guerra contra el crimen organizado los buenos también sufren bajas. "Estamos trabajando; si hay polvo que se levanta, es porque estamos limpiando la casa, la vamos a dejar limpiecita", pronosticó.
Las metáforas del presidente han dado pie a múltiples interpretaciones en la prensa mexicana, que diariamente llena páginas con noticias de la violencia criminal. El columnista Julio Hernández, del diario La Jornada, ha escrito que el presidente cree que la guerra contra el narcotráfico "la va ganando con los pies". La voracidad sin límites de los carteles de narcotraficantes no invita a lanzar las campanas al vuelo, sin caer en la frivolidad o el pintoresquismo. Puestos a comparar, el crimen organizado puede ufanarse de marcar goles mucho más inquietantes: mata donde y cuando quiere, interfiere en procesos electorales, y mueve sumas de dinero superiores a las del fútbol. -
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