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Entrevista:RAFAEL ROMERO

"La buena gestión de la obra pública exige que se cumpla el plazo y el precio"

Rafael Romero preside la Cámara de Contratistas de Cataluña, que agrupa a la mayoría de los constructores. Hace años llevó una campaña frente a las administraciones (todas) para que pagaran las facturas en la fecha prevista o asumieran los intereses de demora. Menos éxito ha tenido en la defensa de la transparencia presupuestaria, pero no tira la toalla.

Pregunta. El último informe de la cámara señala que las obras públicas se adjudican hasta un 21% por debajo del precio al que se licitan. ¿Cree esto normal?

Respuesta. Desgraciadamente, es habitual. Cuando hacemos el análisis y seguimiento de los precios de adjudicación (también de las ofertas empresariales), es para facilitar los datos a las empresas y para que tengan conocimiento del mercado. Pero yo le doy otro valor: ver si podemos tener un criterio sobre la buena o mala gestión de los recursos públicos.

El precio final tendría que estar inscrito en el registro, pero no lo está
Corregir defectos durante la ejecución de la obra siempre sale más caro
Se me caería la cara de vergüenza si tuviera que mantener las posturas de Bonet
Para que la gestión pública mejore la eficiencia, hace falta transparencia

P. ¿Se puede?

R. En una empresa hay indicadores: el balance de la cuenta de resultados y los beneficios dicen si la gestión es buena o no. En el sector público se tendrían que fabricar indicadores de buena o mala gestión. En la obra pública, para mí, un indicador de buena gestión sería que las obras se acabasen en el plazo previsto y por el precio inicialmente concertado. Si eso no se cumple, hay una mala gestión. Y es un poco el ejemplo del Saint-Pancras [túnel y estación del AVE en Londres], cuyo lema es "seguro, a tiempo y por debajo del presupuesto". Se ahorraron 50 millones de euros sobre un presupuesto de 8.500.

P. La mayoría de la gente cree que las empresas prefieren facturar cuanto más mejor.

R. No. A las empresas les gustaría contratar sabiendo de qué mal van a morir. Es preferible a la incertidumbre de aceptar una obra con un 30% de baja confiando en que luego saldrán imprevistos que le permitirán rehacer el presupuesto y, en vez de cobrar un 30% menos, cobrar lo que cuesta la obra. La actividad económica incierta no es conveniente.

P. ¿Dónde está la clave?

R. La mala gestión hace que se improvise un elemento fundamental de la ejecución del gasto de obra pública: el proyecto.

P. ¿Y no se hace?

R. Estamos acostumbrados a pensar que la mejor oferta de empresa constructora es la más barata, y la realidad es muy tozuda. Cuando tienes un proyecto deficiente y se adjudica al precio más barato, cuando se empieza a ejecutar la obra se tienen que corregir los defectos. Y corregir defectos durante la ejecución de la obra siempre sale más caro.

P. ¿La solución?

R. Seriedad y rigor, y pagar por los proyectos lo que cuestan. No adjudicarlos al más barato, sino a la ingeniería más competente. Todos dicen que hacen concursos, pero en el fondo son subastas, porque adjudican según el precio. Por tanto, cuando decimos: "La adjudicación de la obra pública ha tenido un descuento medio de un 21,4% y eso no es bueno", lo decimos porque no es bueno, porque es un síntoma de que la obra pública se está gestionando mal. Nadie se cree que ese descuento se mantenga en el precio final.

P. ¿Hay datos?

R. No, y ojalá los hubiera. Para que la gestión pública mejore la eficiencia, hace falta transparencia. Y no hay manera. La Generalitat tiene un registro de contratos, también lo tiene la Administración General del Estado. En ese registro, como es público, puedes pedir las características de un contrato. Ahora bien, cuando esté acabado, ¿cuánto habrá costado en realidad? El dato tendría que estar inscrito en el registro, pero no lo está. Y cuando hemos tenido que justificar ante los responsables políticos que la adjudicación a la baja no es una buena política, es difícil darles argumentos que les convenzan. Alguna vez nos han dicho que si ellos no adjudicaran al más barato, la oposición se les echaría encima. Bueno, mientras nos mantengamos en ese criterio, realmente es muy difícil; pero si se adjudica al más barato, se hace una mala gestión.

P. El plazo tampoco se cumple ni se aplican las sanciones previstas en los pliegos porque los retrasos siempre están justificados.

R. ¿Y por qué están justificados?, porque el proyecto que se adjudicó no es el que se está haciendo. Y por tanto, como hay un nuevo proyecto, hay uno reformado. El modificado supone la nueva adjudicación y un nuevo plazo. Y cuando tienes la gran suerte de tener una obra y en la ejecución tienes que hacer un modificado, te has salvado, porque entonces facturas el precio real. En el modificado no hay concurso ni concurrencia. No tenemos lo que nos cuesta la ineficiencia de la obra pública que sería el desvío.

P. ¿El desvío?

R. Si se adjudica el 21,4% por debajo pero luego las obras se liquidan con el 50% de desvío al alza, es evidente que no nos estamos ahorrando ningún dinero, y es más, este 50% de desvío sería el coste de la ineficiencia. No tenemos el coste de la ineficiencia, sólo tenemos el tiempo de la ineficiencia, que son los retrasos en la puesta en marcha de las obras.

P. ¿Podría aplicar su tesis a los problemas del AVE en Bellvitge?

R. Todo el dinero que se haya usado antes de empezar las obras es dinero ahorrado. El caso del agujero de Bellvitge fue un escándalo. Cuando echaron a los de OHL y entraron los de Sacyr para ese tramo, ¡hicieron una cata cada cinco metros para estar seguros de lo que iban a hacer! ¿Y por qué no lo hicieron antes de empezar la obra? Es un terreno que sabían que era deltaico y, por tanto, seguro que había problemas. Salió mucho más caro que si se hubiera previsto antes.

P. Esto ha generado una desconfianza hacia la obra pública.

R. Evidente, evidente. La desconfianza social permite esas campañas absurdas del señor Bonet [Jordi Bonet, arquitecto de la Sagrada Familia]. A mí se me caería la cara de vergüenza si tuviera que mantener las posturas que mantiene este tío: un profesional de la construcción que dice que es imposible que pase el túnel del AVE junto a la Sagrada Familia porque genera un grave riesgo. O es ignorancia, cosa que no creo, o mala fe. Una vergüenza.

P. Su discurso, ¿es el habitual entre los constructores?

R. No es una cosa personal mía. En la cámara, desde su fundación, las empresas han tenido claro, y está en el estatuto fundacional, que el objetivo es, evidentemente, defender los intereses particulares, pero intentar que coincidan con el interés general. Si trabajas por el interés general, también trabajas por el interés de la empresa. Cuando pedimos la mejora de la gestión de la obra pública, estamos trabajando también para el interés de la empresa. Si hay una buena gestión de la obra pública, ¿cuál será la empresa que saldrá adelante? La eficiente, la competitiva, la capaz de estudiar bien un proyecto, ver cuáles son sus características, ajustar el precio a lo definido y tener una buena tecnología y unos buenos métodos de gestión.

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